lunes, 27 de abril de 2009

Un nuevo tiempo para las Américas

Un nuevo tiempo para las Américas

En Trinidad y Tobago se ha abierto la posibilidad de establecer una nueva manera de relacionarse con los Estados Unidos, más abierta y realista, plural y adulta.

Poe Nelson Gustavo Specchia


chavez-le-regala-a-obama
.

Barack Obama, asumiendo su rol de líder mundial, se ha lanzado a una agitada agenda internacional. El primer paso, obligado, fue Europa: en una semana estuvo –casi– en todos lados: en el G-20, en el Consejo de la Unión Europea, en el aniversario de la Otan, en la frontera franco-alemana y hasta en Estambul, donde el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero y el premier turco Recep Erdogán impulsan la Alianza de las Civilizaciones, para acercar el mundo árabe y musulmán a occidente.

Y ahora le tocó a América. En Puerto España, la pequeña ciudad capital de Trinidad y Tobago, en las Antillas menores del Caribe, los jefes de Estado del continente tuvieron su primer vis-a-vis con el líder demócrata, y se sacaron la primera foto de familia, con la carismática sonrisa del presidente norteamericano en la segunda fila.

Obama, sabiendo que la “cuestión cubana” le iba a agriar este primer encuentro, llegó con un gesto de condescendencia: esa misma semana firmó la flexibilización de condiciones de viaje desde y hacia Cuba, y de las remesas en dólares a la isla. Hasta Fidel Castro, desde su columna ético-ideológica en el diario Granma, ha tenido que hacer un guiño de satisfacción, aunque agregando a renglón seguido que sin el fin del bloqueo, lo demás es puro humo. Pero hasta Fidel sabe que el camino iniciado aquí conduce, precisamente, al fin del bloqueo.

El punto más sustantivo de la Cumbre consistió en presentar una propuesta de nuevo pacto de asociación hemisférica. Barack Obama necesita dar un gesto fuerte también en América, aunque ésta no constituya una prioridad estratégica para los Estados Unidos. Y busca una nueva actitud en las relaciones diplomáticas, para dejar claro que el unilateralismo de George W. Bush ya es historia pasada.

La Cumbre ha sido el primer encuentro de los 34 jefes de gobierno de América latina, el Caribe, Canadá y Estados Unidos, desde la polémica reunión que tuvo lugar en 2005 en Mar del Plata, donde Bush sufrió el acoso verbal de sus colegas, bajo la mirada inocente de su anfitrión, el entonces presidente Néstor Kirchner.

Obama quiere repuntar esa sensación, volver a darles un espacio destacado a las cumbres, que se han desarrollado bastante irregularmente desde que Bill Clinton convocara a la primera, en Miami. Ha nombrado a un experto, el embajador Jeffrey Davidow, para administrar la diplomacia relacionada con las cumbres en la región. Davidow es un académico (viene de presidir el Instituto de las Américas, de la Universidad de California, en San Diego), y es un diplomático jubilado con amplia experiencia en la región.

Junto a Cuba, la crisis económica mundial ha sido la estrella de la agenda. Los líderes latinoamericanos quieren que el presidente de los Estados Unidos use su influencia para ampliar los recursos y la flexibilidad de las entidades financieras multilaterales (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial); y Obama tendrá que compaginar estas peticiones con la estrategia impulsada desde Londres por el G-20.

Los otros puntos álgidos han sido las posiciones en torno a las mafias de la droga –que están dando una guerra cada vez más abierta en la región–, la inmigración y el comercio internacional. Este último porque, más allá del peso estratégico, los países de América latina compran 20 por ciento de todas las exportaciones de Estados Unidos y representan otro 20 por ciento en sus importaciones. Las ventas norteamericanas al sur del Río Bravo son cuatro veces superiores que las dirigidas a China. Y Estados Unidos obtiene actualmente 25 por ciento de su energía de proveedores latinoamericanos y caribeños.

Y con 34 países y 600 millones de personas, América latina representa un sector dinámico y en crecimiento, con recursos naturales únicos. Un mercado para nada despreciable. Pero, para ese mercado, Obama no puede seguir ofreciendo la alternativa del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca). Aquí hay que dibujar una nueva estrategia. En la Cumbre estuvo en las palabras de casi todos los líderes, y Obama acusó el mensaje.

A nivel de relacionamiento global, y a pesar de que la crisis ha ofrecido un nuevo escenario para el diálogo multilateral, en lo político seguirá siendo difícil el trato con Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua (además de Cuba). Pero la actitud de Obama en esta reunión ha sido abierta, y tengo la seguridad de que en el corto plazo habrá novedades importantes. La actitud, por lo pronto, ya ha cambiado: ha sido cordial, gentil y distendida. La antítesis del clima de Mar del Plata, hace cuatro años.

Por ello, en la Cumbre, creo que ha imperado el realismo. Pudo ser simplemente una tribuna para criticarse unos a otros, o casi todos a los Estados Unidos, mirando hacia los electorados internos y hacia las cámaras. Hubo “show”, claro, con regalo de libros incluido, pero la oportunidad era demasiado grande para dejarla pasar. Perder oportunidades como ésta puede no tener perdón de la historia. Y el “show” no agotó la reunión.

Ya no hay lugar para recetas estatales y aisladas; de la crisis se saldrá con estrategias elaboradas en conjunto. Tengo la impresión de que en Trinidad y Tobago se ha abierto la posibilidad de establecer una nueva manera de relacionarse con los Estados Unidos, más abierta y realista, plural y adulta. Ojalá. Es, precisamente, la que requiere este tiempo.