viernes, 9 de abril de 2010

Sarkozy se aferra al timón (26 03 10)

SARKOZY SE AFERRA AL TIMÓN

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por Nelson Gustavo Specchia

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Nicolás Sarkozy, el orgulloso y batallador Presidente de la República Francesa, dijo muchas veces que él se ve a sí mismo como el capitán de un velero, timoneando en medio de una tormenta, donde las decisiones deben ser rápidas y arriesgadas, y hay que mover el timón cuantas veces sean necesarias para corregir el rumbo y salvar la nave. El símil marinero hubiera resultado muy productivo para aplicarlo esta semana, luego de que el jefe del Elíseo comandara la peor derrota electoral sufrida por la derecha francesa en medio siglo. Sin embargo, olvidando de pronto ese retrato literario de alta mar, Sarkozy no ha acusado ningún impacto ni ha rectificado ningún rumbo. Por el contrario, se ha aferrado al timón de su gobierno, al anunciar ayer, en la primera comparecencia pública tras la derrota, que ratifica todas las políticas del ejecutivo. Frente a esta obstinación cerrada, es previsible esperar tiempos conflictivos en los dos años que le restan a su mandato, con una oposición de izquierda rejuvenecida y en franco crecimiento; unas divisiones internas dentro del propio arco político de la derecha, que ya ha anunciado el surgimiento de nuevas agrupaciones para discutirle el comando del barco; y una sociedad civil en pie de guerra, con un plan de protestas y huelgas (que comenzarán la semana que viene en las áreas de los transportes y la educación) convocadas por las cinco centrales sindicales francesas.
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¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Por qué esta terquedad, esta postura tan reacia a rectificar los rumbos políticos, tras el voto de censura de más de la mitad de los electores del último domingo? Sin que exista un antecedente doctrinario o ideológico evidente, hay una actitud distintiva en los dirigentes de la derecha: así como la izquierda encuentra una virtud en el cambio, en la adaptación a los escenarios modificados, al acompañamiento un tanto idealista del progreso social; los líderes conservadores parecen encontrar la virtud en la resistencia a las modificaciones de lo establecido, inclusive cuando las señales que provienen desde el cuerpo social indican lo contrario. En la comparecencia de ayer, el Presidente mostraba un rostro cansado, afectado, lejos de ese entusiasmo y cierta algarabía juvenil con que suele acompañar sus anuncios, siempre tan grandilocuentes. Ayer se ciñó a un texto redactado por sus asesores, cuidado hasta en los mínimos detalles, que leyó durante quince minutos –y no permitió ninguna pregunta-, trasmitido por cadena nacional, con voz cansina y en tono monocorde para decir lo contrario de lo que se esperaba de él: que pese a la debacle de las elecciones regionales de los dos domingos anteriores y de que la izquierda ganara en 23 de las 26 regiones de Francia (su partido sólo logró mantener la región de Alsacia en la zona metropolitana, la isla de Reunión en el Océano Índico, y la Guyana, en Sudamérica, ambos territorios franceses de ultramar), mantendrá la política y la economía implantadas por su gobierno en 2007.
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No es la reacción de un estadista, generoso y humilde. Todo lo contrario, su reacción es la del político acorralado por el juego democrático que apela a los suyos, a recomponer la quinta electoral, dando una vuelta de tuerca más a los principios y las acciones caros a los sectores conservadores, para volver a convocarlos en torno a su persona en las próximas elecciones presidenciales, dentro de dos años.
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Sarkozy hace una lectura mezquina: es la crisis económica internacional, y no sus iniciativas de gobierno, las que llevaron a que los franceses se quedasen en sus casas y no fueran a votar en la primera y en la segunda vuelta de las elecciones regionales (el nivel de abstención rondó la mitad de la población en ambos casos, apenas levemente inferior en la segunda vuelta). Y para Sarkozy es esa misma crisis la que abrió el trasvase de votos desde la alianza gobernante de la Unión para el Movimiento Popular (UMP) hacia la extrema derecha del Frente Nacional, que –aunque sólo presentara candidatos en 12 regiones- arañó el 10 por ciento del total electoral nacional. Para volver a convencer a los votantes holgazanes, y recuperar los sectores que se pasaron a la ultraderecha, el Presidente ha decidido aferrarse al timón.
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Así, su mensaje a la Nación tuvo destinatarios concretos, comenzando por los protegidos agricultores y ganaderos de la campiña, que –a pesar de que sus productos son carísimos, ineficientes, e impiden la entrada de agroalimentos desde los países subdesarrollados del sur- constituyen uno de los sectores mimados por los subsidios proteccionistas del gobierno central, y son un tradicional caldero de apoyo de la derecha. La Política Agrícola Común, la menos solidaria a nivel internacional de toda la Unión Europea, volvió a ser esgrimida por Nicolás Sarkozy en su estudiado discurso: “no dejaré morir la agricultura francesa”, les prometió el Presidente.
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Tras los agricultores protegidos, apuntó a la política de seguridad y de inmigración: el gobierno seguirá aumentando los controles, manifestó. Y el Presidente terminó su mensaje delineando la típica agenda conservadora con la afirmación de que sus disposiciones liberales se mantendrán en el plano económico. Su gobierno ya reformó la ley para no aumentar los impuestos a los empresarios que no aceptaran la jornada laboral de las 35 horas; fijó un techo impositivo para los ingresos altos; y puso en marcha el achicamiento del Estado con recortes a las plantas de empleados de la administración, entre otras disposiciones destinadas a reducir el gasto público. A este paquete de medidas las centrales sindicales han asegurado que le harán frente, pero el Presidente insiste en el camino, y anunció que este mismo año emprenderá la reforma de las jubilaciones, alargando la edad de retiro y disminuyendo las prestaciones sociales; también implementará las reformas en lo territorial y en la justicia, donde prevé suprimir a los jueces de instrucción, achicando también el aparato judicial.
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Pero este aferrarse al timón no deja de ser un síntoma de debilidad. Dentro del propio arco de la derecha, el viejo rival del Presidente, el ex primer ministro Dominique de Villepin, ha anunciado la formación de un nuevo partido, para disputarle el electorado conservador. Y desde la oposición, la nueva secretaria general del Partido Socialista francés, Martine Aubry, que se estrenó electoralmente con este 54,67 por ciento del domingo pasado, dijo que era una “victoria sin precedentes”, especialmente considerando que esta nueva mayoría se remontó desde el piso del 16,4 por ciento que los socialistas obtuvieron en las elecciones europeas del año pasado. Ahora, gobernando en 23 de las 26 regiones, y cerrando una alianza con los verdes de Europa Ecología (EE) y con los comunistas del Frente de Izquierda (FI), el Partido Socialista vuelve a colocar a la socialdemocracia como alternativa de poder para saltar al Elíseo dentro de dos años.
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En definitiva, la obstinación de Sarkozy viene a demostrar que la derrota en las elecciones regionales es más profunda aún de lo que se calculó en un primer momento. La Quinta República descansaba en un doble rol ejecutivo: el Presidente francés representaba al Estado, y su figura otorgaba estabilidad a la vida política, cualquiera fuese la coyuntura electoral. El primer ministro, por su parte, estaba atado a la inmediatez de la cotidianeidad. Así, frente a un descalabro como el de la semana pasada, cambiando el primer ministro y el gabinete, el gobierno salía del paso y lograba una continuidad sin mayores dificultades. Pero el ansia mediática y el hambre de protagonismo de Nicolás Sarkozy le han jugado una mala pasada, él decidió ser Presidente y primer ministro al mismo tiempo, ahora no tiene ninguna alternativa a asumir que el golpe de la derrota impactará en su figura.
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Anticipándose a esta tendencia, la bellísima primera dama francesa, Carla Bruni, ha declarado que no desea que su marido vuelva a ser candidato a Presidente en las elecciones generales de 2012, dijo que quiere que Sarkozy se jubile, “tengo ganas de que podamos vivir con cierta paz”, afirmó. Quizás su deseo tenga muchas posibilidades de ser cumplido. En breve.
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nelson.specchia@gmail.com
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