miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mercosur, nuevo capítulo (06 08 10)

Mercosur, nuevo capítulo
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por Nelson Gustavo Specchia
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Como en una novela del realismo mágico –la gran corriente literaria que cruzó América latina a mediados del siglo pasado- el Mercosur ha renacido tantas veces como tantas se ha anunciado su estancamiento y hasta su agonía terminal. Esta semana, en San Juan, ha vuelto a renacer una vez más, con nuevos bríos y fuerzas, y con algunas señales de políticas de largo plazo que podrían estar indicando una nueva fase, más consolidada y estructural. Quizá, un nuevo capítulo, serio y grande, en la construcción de la integración regional en el cono Sur americano.
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La historia de encuentros y desencuentros del Mercado Común del Sur, que comenzó su andadura con el Tratado de Asunción el 26 de marzo de 1991, ha debido ese camino un tanto errático a la extrema dependencia que tiene su estructura de la voluntad política de los gobiernos de turno, especialmente de la figura que ocupe el Poder Ejecutivo en Brasil y en la República Argentina.
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A diferencia del proceso de integración europeo, que tan habitualmente se menciona como ejemplo inspirador, el Mercosur no ha consolidado fuertes vías comunitarias, sino que ha hecho depender la marcha del proceso de acercamiento internacional a instancias y acuerdos intergubernamentales, casi con exclusividad.
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TIEMPOS POLÍTICOS
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Así, en algunos períodos de alta coincidencia entre Buenos Aires y Brasilia, con dirigencias consustanciadas con la filosofía de la integración americana (como Ricardo Alfonsín y José Sarney en su día), el Mercosur avanzó en herramientas y mecanismos específicos para la solución de controversias comerciales, e inclusive por momentos logró tomar envión en iniciativas que superaban el plano económico, como las agendas legislativas, educativas y culturales.
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En otros períodos ni siquiera el plano de mero intercambio de bienes y servicios en régimen de aranceles especiales tuvo demasiados incentivos para prosperar. En los años noventa, tanto la presidencia argentina como la brasileña –en manos de Carlos Menem y de Fernando Collor de Mello, respectivamente- apostaron fuertemente por el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), capitaneado por los Estados Unidos, lo que implicó que el organismo subregional se viera relegado nuevamente. Luego de otros períodos de transición más o menos silenciosa, la coincidencia de Lula da Silva en Brasilia y Néstor Kirchner en Buenos Aires supuso el último relanzamiento del proceso.
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Entre marchas y contramarchas, el Mercosur se estabilizó medianamente en torno a una unión aduanera con dos socios mayoritarios, otros dos minoritarios (Uruguay y Paraguay), dos en proceso de incorporación (Bolivia y Venezuela) y cuatro países en régimen de asociación (Chile, Perú, Colombia y Ecuador); estos diez Estados latinoamericanos han manifestado sus intenciones de profundizar en el armado de un organismo regional que impulse la libre circulación de bienes y factores de la producción entre ellos; sirva de oficina de coordinación de políticas macroeconómicas que eviten saltos y desequilibrios abruptos entre las decisiones nacionales de cada uno; armonice las legislaciones y las jurisprudencias nacionales para converger en una dirección estratégica común; y, por último, acuerde el establecimiento de un arancel externo común que haga viable una política comercial conjunta de los mercados de la región con el resto del mundo.
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Precisamente el tema del arancel externo común se había constituido, en una coyuntura políticamente favorable, dada la buena sintonía entre los primeros mandatarios, en la piedra de toque que ralentizaba el avance en los últimos tiempos.
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Finalmente, tras un semestre de presidencia rotatoria de la Argentina, esta semana en la ciudad de San Juan se reunió la 39º Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, y se dio en ella uno de los pasos más importantes en sus casi dos décadas de existencia, al alcanzarse el acuerdo entre los países miembros para establecer el Código Aduanero Común. La implantación de un arancel homogéneo para comerciar con los mercados extra bloque consolida por fin la unión aduanera, paso imprescindible para comenzar a plantear un mercado común.
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El proceso de negociación para llegar al arancel externo común duró seis largos años, y su resolución esta semana en San Juan sólo puede entenderse en un contexto de amplias coincidencias en los poderes ejecutivos de los cuatro miembros titulares, y en el marco de negociaciones, intereses e intenciones políticas que exceden los bordes del organismo subregional. Con el visto bueno de los equipos legales y técnicos de cada país miembro, que se da por descontado, y tras la aprobación de los cuatro recintos legislativos, el nuevo Código Aduanero Común del Mercosur comenzará a regular el intercambio de bienes y servicios con el resto del mundo.
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COMERCIO Y MÁS ALLÁ
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Por ello no son excesivos los elogios con que los primeros mandatarios saludaron, en la provincia argentina de San Juan, haber llegado al establecimiento de este Código. Para Cristina Fernández constituye una victoria diplomática de primer orden, ya que han sido los técnicos y especialistas del Palacio San Martín los que durante el semestre de su presidencia pro tempore negociaron los términos de la nueva herramienta, que contiene más de 200 artículos, y con la que se espera que el Mercosur, que en conjunto supone la mayor zona productora de alimentos del globo, se relaciones con otros mercados y bloques comerciales. El Mercosur, auguró la presidenta argentina, “será el gran protagonista de este siglo.”
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Luiz Inácio da Silva, Lula, por su parte, tampoco se excede al calificar de “histórico” el avance en la integración regional alcanzado en San Juan. No se debería pasar por alto la historia relativamente reciente de las relaciones bilaterales del gigante sudamericano con la Argentina. En los años setenta, cuando ambos países estaban regidos por autocracias dictatoriales, Brasil era la principal hipótesis de conflicto para los militares argentinos, que sospechaban que los cariocas se aprestaban a fabricar la bomba atómica en cualquier momento, para avanzar hacia Buenos Aires cruzando el “Estado tapón” uruguayo. Desde esos delirios relativamente recientes, a la buena sintonía actual entre ambas Cancillerías, hay un océano de por medio.
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Además de destacar la real importancia de la reunión sanjuanina, y de llenar a su par argentina de elogios, Lula recibió la presidencia pro tempore (cuando ya tiene un pie en el estribo para dejar Brasilia, al menos de momento) y aprovechó la Cumbre para firmar tres documentos bilaterales. El primero, precisamente, trata de desarrollo nuclear. Ya nadie sospecha, afortunadamente, que Brasil persigue la bomba atómica para atacar Buenos Aires, pero la agenda nuclear brasilera sigue siendo un tema espinoso, especialmente teniendo en cuenta la adquisición reciente de tecnología atómica a Francia por parte de Lula, o el claro apoyo de su servicio exterior al plan de desarrollo nuclear iraní, un país vinculado por las investigaciones judiciales con el atentado a la AMIA porteña en 1994. Pero Cristina Fernández lo respaldó sin fisuras. Lula, por su parte, le entregó un explícito respaldo al reclamo nacional por la soberanía sobre las Islas Malvinas. Y poniendo negro sobre blanco, Lula expresó las diferencias en las nuevas relaciones bilaterales: “Cristina –le dijo en público a la presidenta, en el cierre de la Cumbre- en estos años, primero con Néstor Kirchner y después contigo, vamos a dejar en nuestro paso algo de valor inconmensurable: que nosotros ya no nos vemos más como adversarios ni enemigos, como hace un tiempo.”
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El paso ha sido contundente, aunque el camino sigue siendo largo y escabroso. Las economías emergentes tienen cada vez un rol más determinante en el crecimiento del producto a nivel global, el Mercosur concentra la mayor cuota de producción alimentaria del mundo en estos momentos, y futuros tratado de libre comercio (TLC), tanto con la Unión Europea, con los países de Asia-Pacífico, o con el NAFTA norteamericano, aportarían dosis de complementación tecnológica y productiva por demás interesantes.
Es de esperar que sigan soplando los buenos vientos de coincidencias en las primeras líneas, y que este nuevo capítulo sea en realidad serio, y grande.
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nelson.specchia@gmail.com
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