lunes, 23 de enero de 2012

Descenso a la B (17 01 12)

Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 17 de enero de 2012


Descenso a la B

por Pedro I. de Quesada






A Nicolás Sarkozy lo mandaron al descenso. Si había algo que le faltaba para confirmar su mala racha, la calificadora de riesgos Standard & Poor’s le quitó a Francia la máxima nota de confianza, la ansiada AAA, y la empujó un escalón abajo.

Apenas un escaloncito, pero tremendamente simbólico para la grandeur française y para su Presidente, que el pobre no termina de encajar pie con bola, a pesar de deshacerse en esfuerzos en todas las direcciones.

Y a mí me parece que precisamente en esa dispersión radica su desacierto. Porque Sarkozy, mirando las elecciones generales francesas para las que faltan menos de cuatro meses, quiere quedar bien con todos y termina quedando bien con ninguno: el hijo de un inmigrante húngaro y de una madre judía conversa desprecia a los inmigrantes y a las minorías, para intentar ganarse el voto de la derecha dura; ó luego de haber hecho campaña por el empleo y el crecimiento en las elecciones anteriores, ahora apuesta por el ajuste y el achique para intentar ganarse la simpatía de Ángela Merkel y para permanecer junto a ella en el tándem que lidera la crisis (al que los europeos ya denominan “Merkozy”); e incluso, para impedir que los socialistas se recuperen después de la última derrota electoral y de los escándalos sexuales de Dominique Strauss-Kahn, flirtea con las políticas sociales para intentar ganarse al sector menos militante de la oposición de izquierdas.

Por las mañanas atiende a los mercados y ordena ajustes, en los mediodías ordena expulsiones de gitanos rumanos, y por las tardes asegura que habrá ayudas para la inserción social de los afro-franceses habitantes de la “banlieue” parisina.

Tanto empeño, y tan variado, y sin embargo no logra encantar a los franceses, que lo siguen viendo como un tipo listo e inteligente, que ha logrado sobrevivir y llegar a la cúspide de la pirámide del Elíseo, pero que no tiene ni gota de aquel savoir-faire de François Mitterrand o de Jacques Chirac, por poner dos ejemplos en ambas puntas del arco político.

Ni siquiera casándose con la belleza de Carla Bruni e inaugurando paternidades en el palacio presidencial. Y como si todo esto no bastara, las calificadoras norteamericanas, los nuevos árbitros del poder financiero global, vienen a decir que los títulos de la deuda pública francesa (también lo dijeron de otra media docena de países europeos, pero la que importaba era la francesa) ya no son del todo confiables.

En tiempos de incertidumbres, como éstos, habrían sido preferibles conductas y signos más seguros por parte del Presidente, en lugar del diletantismo y oportunismo del que ha hecho gala.

Qué vaya a pasar en las elecciones generales es temprano saberlo, pero ya hay un dato, y es malo, muy malo: Marine Le Pen, la líder de la extrema derecha del Frente Nacional, no para de crecer. Al menos un tercio de los franceses ya la respaldan, a ella y a su discurso fascista, xenófobo, anti-islámico y anti-europeo.

Y Marine, claro, clama contra el euro y por la vuelta al franco. ¡Parbleu!