lunes, 23 de enero de 2012

El cazador cazado (24 01 12)

Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 24 de enero de 2012 


El cazador cazado
 

por Pedro I. de Quesada









Al juez español Baltasar Garzón se la tenían jurada. Y se la están cobrando.

Pero, más allá de que reconozcamos la recomposición del poderío de la derecha brava a nivel global, yo no alcanzo a explicarme cómo los vericuetos de los sistemas judiciales, las tramas de alianzas y de lobbys, y los márgenes de discrecionalidad y de interpretación de las leyes, se han enredado tanto como para habilitar una paradoja que hace apretar los dientes de rabia.

Porque que a uno de los jueces más arriesgados de la democracia española, que se jugó literalmente el cuerpo persiguiendo en casa a la demencia terrorista de ETA; a la corrupción de los nuevos ricos europeos en las administraciones autonómicas de la península; y a los verdugos de una tiranía de cuatro décadas, lo hayan logrado sentar en el banquillo de los acusados –y estén a punto de suspenderlo como juez por el resto de la vida- precisamente los que se lucraron de esas corrupciones (los políticos blanqueadores de dinero del “caso Gürtel”) y las asociaciones de magistrados vinculados a la dictadura franquista, rebasa cualquier lógica democrática mínima.

Es como si los abogados del tirano Augusto Pinochet (ahora el gobierno del presidente Piñera no quiere que se hable más de tiranía ni de dictadura, sino sólo de “proceso militar” en aquel Chile del horror), bueno, digo, es como si los defensores del jefe del “proceso militar” chileno le hicieran juicio a Baltasar Garzón por haber librado aquel pedido de detención internacional por violación a los derechos humanos, que tuvo a Pinochet guardado en un domicilio londinense durante varios meses, hasta que logró zafar y subirse a un avión hacia Santiago (de donde no volvió a salir, por las dudas).

Hoy, el juez Baltasar Garzón volverá a los Tribunales, sometido a juicio por investigar los crímenes del franquismo. La semana pasada, estuvo sentado en el mismo sitio de los acusados, por haber dispuesto escuchas telefónicas entre los presos de la trama corrupta de blanqueo de capitales conocida como Gürtel, decisiones con las cuales evitó que se fugaran millones de euros.

Los grupos de poder de ultraderecha todavía vinculados a los cuarenta años del gobierno del generalísimo Franco, y reunidos ahora en un sindicato sarcásticamente denominado “Manos Limpias”, piden veinte años de inhabilitación para Garzón, por supuesto delito de prevaricación, o sea, de haber dictado a sabiendas resoluciones injustas.

El cazador, cazado.

Y las víctimas, los hijos, nietos, y ya hasta bisnietos, de aquellos cientos de miles de españoles represaliados por el franquismo (durante la Guerra Civil y más todavía una vez que los Nacionales se instalaron en el poder de Madrid) vuelven a quedarse huérfanas de alguien que las escuche. Sólo querían justicia, y saber dónde están los huesos de sus abuelos.

Garzón intentó darles esa compensación. Iluso él: buena parte del poder sigue estando en las mismas manos (“limpias”) que lo tuvieron siempre.