martes, 8 de mayo de 2012

Nuestros padres, los griegos (08 05 12)

Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 8 de mayo de 2012


Nuestros padres, los griegos


por Pedro I. de Quesada






La estrepitosa caída de “Sarko” desde el Olimpo, y el ascenso a ese sitial del segundo presidente socialista desde que De Gaulle fundara la Quinta República, François Hollande, desplazó la atención de otras elecciones, menos fastuosas que las francesas pero igual de importantes que ellas.

En Grecia, cuna de esa idea que hemos dado en llamar democracia, la votación del domingo dejó una imagen lastimosa: la desarticulación de los partidos políticos tradicionales –expresión de una racionalidad electoral y de una cultura democrática madura- y la emergencia de un variopinto cambalache de agrupaciones anti-sistema.

La debacle de la alternancia entre los grandes partidos (la derecha de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok) responde a la misma causa que la proliferación de grupúsculos reactivos a la democracia representativa como forma de estructurar la vida política: la crisis económica que mantiene al país al borde del precipicio desde hace cuatro años, y las inflexibles vías de ajuste que el liderazgo europeo, con Ángela Merkel a la cabeza, les han impuesto a los griegos como condición para asistirlos e impedir que finalmente rueden por el precipicio.

Y en un extremo de esa dispersión en que se ha roto el cuerpo político, las agrupaciones ultras, que vuelven sobre los discursos esencialistas de la raza y la nación y culpan a los inmigrantes de todos los males, han logrado salir de los márgenes e ingresar a los recintos legislativos: con casi un 7 por ciento de los votos, los nazis antidemocráticos de “Aurora Dorada” se sentarán en unos veinte escaños del Parlamento de Grecia, la madre de la democracia.

Qué tristeza. Y qué desalentador horizonte. Porque esta respuesta de rabia de los griegos puede ser toda una señal de tendencia.

La Unión Europea, que hasta hace una década era la esperanzada vía para salir del estancamiento mediterráneo e integrarse al Occidente del que Atenas es, al mismo tiempo, fundamento histórico pero también borde excéntrico, hoy es una decepción y una carga.

Cuando los griegos tienen que ponerle un nombre a la desocupación, a los sacrificios y los ajustes sin fin, al descenso abrupto de los sueldos, a la pérdida de la protección social y sanitaria, y a la virtual quiebra del mercado económico interno, apelan a una sola palabra: “Bruselas” (donde tienen su sede las oficinas de la Unión Europea).

Ya nada será lo mismo en Atenas desde el domingo a la noche. Ninguno de los partidos tradicionales podrá formar gobierno sin establecer alianzas con los menores, y Alexis Tsipras, líder de la nueva coalición de izquierdas Syriza y uno de los verdaderos ganadores de estas elecciones, adelantó que sólo apoyará a quién esté decidido a renegociar los términos del acuerdo con “Bruselas”.

Barajar y dar de nuevo: algo parecido, por las mismas horas, decía un exultante Hollande en la parisina plaza de la Bastilla.

A frau Merkel no le quedará alternativa que revisar la ortodoxia de sus métodos.




En Twitter:   @nspecchia