lunes, 18 de junio de 2012

Un vientito helado por el Partenón (19 06 12)


Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 19 de junio de 2012  

Un vientito helado por el Partenón


por Pedro I. de Quesada 







A pesar del buen tiempo primaveral y de los atardeceres cálidos en las islas griegas, en los últimos días más de uno se estremeció con las noticias que llegaban desde Atenas.

La izquierda amenazaba. Esa izquierda que la prensa europea insiste en calificar de “radical”, pero que apenas retoma el programa político tradicional del socialismo del Pasok, antes de que éste virara hacia el centro y hacia las tendencias liberales.

La izquierda de Syriza crecía a diario en las encuestas durante las últimas semanas, y su líder, el joven Alexis Tsipras, repetía a quien quisiera escucharlo que de llegar al gobierno suspendería el acuerdo con la “troika” (Unión Europea, Banco Central Europeo, y Fondo Monetario Internacional), que bajo el cetro de Frau Merkel ha metido a la política helena en el corsé de achique-ajuste-recesión, como único camino para sanear las cuentas públicas.

Los vientos frescos de esas encuestas de preferencia de voto ponían la piel de gallina, y no sólo en Alemania.

Entonces comenzó a difundirse un discurso con amplia recepción en los medios europeos: una victoria de Syriza obligaría a la salida de Grecia de la Eurozona, y esa defección no podría impedir que le siguieran por la misma senda los españoles y los italianos, cuando menos. Sería abrir la caja de los truenos (o la caja de Pandora, para que la cita sea más helénica).

Los mecanismos de apoyo a la derecha de Nueva Democracia que impulsó ese mensaje, repetido y amplificado por los principales periódicos del continente, están en el origen del cambio de aquella tendencia a favor de las tesis de Alexis Tsipras, y son los responsables de haber devuelto el gobierno de Atenas a Antonis Samaras.

El domingo en Grecia votó el miedo. El miedo a volver a quedar fuera de Europa después de todo lo que costó llegar a ella; el miedo a perder la protección de la defensa comunitaria en un momento en que el vecino turco –el eterno enemigo cercano- crece políticamente y consolida sus aspiraciones de hegemonía regional; el miedo a que la vuelta al dracma terminase por vaciar lo poco que queda de la economía nacional; el miedo a que el rompimiento del bipartidismo tradicional entre la derecha y el Pasok terminara por cambiar las reglas del sistema; el miedo a los coroneles, a la pobreza interna, al aislamiento.

El miedo, sin embargo, siempre ha sido mal consejero: han elegido a los mismos responsables de la crisis que los ahoga.

Fue la derecha de Nueva Democracia la que se aprovechó de Europa para abrir el impresionante agujero en las cuentas públicas griegas, y el clientelismo bipartidista el que vació la economía.

Difícil que de ahí venga otra cosa que más obediencia a la “troika” y al centro duro del poder europeo.

Y ese neoliberalismo sí que provoca escalofríos, hasta en plena primavera mediterránea.





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