martes, 10 de julio de 2012

Tu también, Bruto, hijo mío (10 07 12)


Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 10 de julio de 2012 



Tu también, Bruto, hijo mío

por Pedro I. de Quesada








La pequeña –pero estratégica- isla de Chipre es un termómetro de la Unión Europea, y desde los remotos días en que se peleaban por sus pocos metros de tierra los navegantes del Oriente y del Occidente: su frontera en la puerta del Levante siempre fue la medida de todas las fricciones. 
Por Chipre pasaron todos: romanos y fenicios, cruzados y otomanos, helenos y britanos; finalmente se consolidaron dos comunidades, los greco-chipriotas, que ocupan los dos tercios meridionales de la isla, y los turco-chipriotas, en el tercio restante, que enfrenta sus playas a las de los primos turcos continentales. Y Chipre sigue siendo la prueba, el tensiómetro de las instituciones y de las posibilidades del proceso moderno de integración europea. 
Después del intento de los greco-chipriotas de anexarse a la Madre Patria (un proceso que llaman “enosis”), los turco-chipriotas apelaron a Ankara, que envió el mayor contingente de soldados desplegados en territorio europeo, y con esas armas fortaleció la política de “taksim” (“división”) creando en el tercio de la isla ocupado por su comunidad la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), sólo reconocida internacionalmente por Turquía. 
Pero, complicando un poquito más este panorama de siglos de complejidades (y de tierra de frontera, donde las grandes potencias ponían a prueba sus hipótesis globales), Chipre entró a la Unión Europea, como Estado-miembro, en 2004. Kofi Annan, por entonces el industrioso secretario general de las Naciones Unidas, intentó un plebiscito reunificador de ambas comunidades chipriotas, pero el sector griego votó mayoritariamente en contra de la adhesión de los turcos, y sólo entró a Europa la mitad sur de la isla. 
Este nuevo miembro de la UE fue, claro está, un aliado incondicional de Grecia en las instituciones comunitarias, y el mayor freno a la candidatura de ingreso de Turquía a la organización continental. 
Pero llegó la crisis, Ángela Merkel impuso un “gobierno técnico” en Atenas, y tras dos rondas de elecciones han vuelto al poder la alianza de conservadores y socialdemócratas que estuvieron en el origen de la debacle griega. 
Entonces los chipriotas decidieron que la Madre Patria seguiría siendo la referencia cultural e idiomática, pero que las soluciones habría que buscarlas fuera de su círculo. Y en esa disquisición, han terminado por meter a Rusia –para solaz de Vladimir Putin- en el centro del juego europeo. 
Para más inri, en el sistema rotatorio de la presidencia de la UE, Chipre acaba de asumir el 1 de julio la conducción de las instituciones europeas. 
Así que ahí está, el Estado-miembro que ejerce la presidencia semestral de la Unión Europea, pidiéndole un préstamo de 5.000 millones de euros a Moscú para enfrentar la crisis, porque no confía ni en Ángela Merkel, ni en los demás Estados-miembros, ni mucho menos en los bancos europeos. 
Otro que saca los pies del plato; es difícil imaginar una muestra de menor confianza en el futuro del proceso de integración.  



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