HOY DÍA CÓRDOBA – Suplemento MAGAZINE CULTURA – jueves 30 de agosto de 2012
Carlos Schilling:
Las libertades de un joven formal
por Esteban Maturin
Carlos Schilling en un hombre preciso, un artesano seguro y sistemático. Dialogando con él, muy pronto aparece su capacidad de escucha, de interrumpirse a sí mismo para dejar que hable el otro, y nunca interrumpir. Luego, sobresale enseguida otro elemento: el deseo de dar respuestas completas y minuciosas, de dibujar con palabras rigurosas todas las aristas de una idea; puede emplear tres, cuatro, cinco adjetivos para describir la misma cosa, hasta que ésta haya aparecido entera, perfecta, circular. Nos conocimos hace ya algunos años, en las aulas de la facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba (él terminaría la licenciatura, yo no), y me acuerdo, ya entonces, de ese intento suyo de despejar las ambigüedades del lenguaje, aunque fuera una pretensión exagerada en las discusiones políticas de los pasillos universitarios en los primeros ’80, después de los largos años de la veda ideológica y del impuesto silencio de la dictadura militar. Schilling mantuvo, sin embargo, esa búsqueda de comprensión y de profundidad en el lenguaje, y la llevó a su literatura, ya sea que ella se exprese en las frases cortas de los diálogos incluidos en los cuentos, en los sesudos párrafos reflexivos de las novelas, o en esos cristalinos, prístinos versos de su poesía.
Schilling es un escritor que trabaja en un diario. Pero protesta porque la gente lo saluda más en el día del periodista que en el día del escritor. Es un poeta que quiere serlo, y que trabaja muy duro para ello, todos los días, en el silencio de las primeras horas de la mañana. Los resultados son libros sólidos, profundos, y muy bellos. Comenzó publicando el libro de relatos “Dos variaciones”, en 1997, y un par de años después los cuentos de “Diana y Nadia”, ambos –después de pasar por el ojo avizor de Juan Carlos Maldonado- en el sello Alción Editora. En 2001 aparecieron los poemas de “Mudo”, y en 2006 el exquisito “Formas de ver el mar”, donde revisa las percepciones del mar en escritores y poetas como Esquilo, Mallarmé, Alberto Girri, Apollinaire, Juan L. Ortiz, Fogwill o Nabokov, en textos sometidos a la métrica de la “sextina”: el poema de seis estrofas de seis versos endecasílabos, donde las seis palabras con que termina cada uno de los versos se repiten, siguiendo un orden, en todas las estrofas. Schilling, ya lo dije, es un artesano preciso.
En 2007 apareció su primera novela, “Mujeres que nunca me amaron”, donde aquella búsqueda de precisión del lenguaje se transforma en herramienta de seducción. Una recapitulación memoriosa de amores viejos, de mujeres soñadas, de oportunidades perdidas o –frente a la joven mujer que escucha su relato- quizá no perdidas del todo. Y en 2010, nuevamente en la cuidada edición de Maldonado, “Confesiones impersonales”, en mi opinión, el mejor libro de Schilling y uno de los más bellos poemarios publicados en Córdoba en nuestros días. Allí están concentradas sus búsquedas y sus manías, sus temas y sus labores; poemas que rinden tributo a la métrica de las formas clásicas y son, al mismo tiempo, de una urgente contemporaneidad. No me resisto a citar, al menos uno de ellos: “Si cada noche vuelven las estrellas / y vuelve el viento y vuelven a fundirse / los amantes y el mar en mi memoria, / si hay más vasos, más sed y más botellas / y brindar equivale a despedirse, / ¿es el fin el principio de otra historia?, / ¿es la respuesta siempre otra pregunta? / Miren ahora donde el dedo apunta, / ¿qué ven? ¿fantasmas, hombres o mujeres? / Tal vez existan demasiados seres / en cada ser y demasiados mundos / en cada mundo y nunca se terminan, / no, pasan pero nunca se terminan / las horas y minutos y segundos / que faltan para ver el fin de todo / y su principio y cuál sería el modo / de conocer que en la A ya está la Z / y que las sobras son la obra completa, / cuál, cuál sería el modo de volver / a romper este vaso en otra vida / y contar cada vidrio y suponer / que la suma es la forma y la medida / de un acto para siempre reversible. / Tiene que ser, sí, debe ser posible; / más que posible, justo; más que justo / necesario, sentir el mismo gusto / de este vino en las bocas no besadas / todavía, en las lenguas descarnadas / de quienes nunca fueron mis amantes / y abrazarme a sus cuerpos palpitantes / para que mi memoria sea el mar / mismo y el viento y vuelvan a brillar / otra vez, cada noche, las estrellas...”
Este escritor riguroso acaba sin embargo de tomarse unas licencias liberales. La semana pasada, el miércoles 22, Carlos Schilling presentó en el Museo de las Mujeres su última obra: “El novio secreto de Susanna Hoffs”, con el sello editor La Sofía Cartonera. Los libros de este original proyecto editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC son obras únicas, encuadernados en tapas de cartón de cajas de embalaje, cortado sin demasiada precisión y con las carátulas pintadas a mano. No hay dos iguales (a mí me tocó uno coloreado en témperas azules, con unos corazoncitos blancos muy naif), y La Sofía consigue las cajas comprándoselas en la calle a los otros cartoneros. El producto final es un libro estéticamente bello, y que en su originalidad de manufactura no dificulta, sino todo lo contrario, la lectura de su interior.
Aún así, no deja de llamar la atención que Carlos Schilling, tan cuidadoso con las formas, apostara por una edición que transgrede explícitamente los cánones. Se lo pregunté. “Nunca fue más fácil publicar un libro que en esta época en Córdoba –me dice-; aunque no parezca, lo digo sin ironía y feliz por la abundancia. Hay un motivo público y uno secreto para publicar en La Sofía Cartonera. Te digo el público: la dirige Cecilia Pacella, una amiga adorable e inteligente. La sola idea de que ella haya leído mi relato y lo haya aprobado me satisface.” Me quedé (de momento, al menos) sin saber el otro motivo.
HDC: ¿Y por qué el tema de Susanna Hoffs?
Schilling: El relato surgió cuando vi en YouTube que entre la Susanna Hoffs de 27 años, que aparece frente a la banda The Bangles en el videoclip original de “Walking Like an Egyptian”, y la de 52 años, que canta la misma canción dos décadas después en otro video, no había una diferencia física apreciable. Parecen dos versiones de la misma mujer: hermanas gemelas con distinto look. Me impactó que no se le notaran los 20 años de diferencia, y traté de imaginar las consecuencias sentimentales de que una persona amada no envejezca, lo cual se agrava en un amor no correspondido o correspondido a medias.
HDC: Porque ese novio secreto fuiste vos, claro. Pero, ¿desde cuándo?
Schilling: Todas las personas que aparecen en mis relatos tienen documentos de identidad expedidos por el Estado Mental Carlos Schilling, un país que aún no fue reconocido por las Naciones Unidas. Susanna Hoffs solicitó una carta de ciudadanía y le fue gentilmente concedida.
Les recomiendo no perderse la casa que el novio secreto construye para que la habiten la presencia y la voz de Susanna Hoffs. No sé si los libros de La Sofía Cartonera estarán en todas las librerías, pero en los alrededores de la Facultad de Filosofía se consiguen, seguro.
Twitter: @nspecchia
Carlos Schilling:
Las libertades de un joven formal
por Esteban Maturin
Carlos Schilling en un hombre preciso, un artesano seguro y sistemático. Dialogando con él, muy pronto aparece su capacidad de escucha, de interrumpirse a sí mismo para dejar que hable el otro, y nunca interrumpir. Luego, sobresale enseguida otro elemento: el deseo de dar respuestas completas y minuciosas, de dibujar con palabras rigurosas todas las aristas de una idea; puede emplear tres, cuatro, cinco adjetivos para describir la misma cosa, hasta que ésta haya aparecido entera, perfecta, circular. Nos conocimos hace ya algunos años, en las aulas de la facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba (él terminaría la licenciatura, yo no), y me acuerdo, ya entonces, de ese intento suyo de despejar las ambigüedades del lenguaje, aunque fuera una pretensión exagerada en las discusiones políticas de los pasillos universitarios en los primeros ’80, después de los largos años de la veda ideológica y del impuesto silencio de la dictadura militar. Schilling mantuvo, sin embargo, esa búsqueda de comprensión y de profundidad en el lenguaje, y la llevó a su literatura, ya sea que ella se exprese en las frases cortas de los diálogos incluidos en los cuentos, en los sesudos párrafos reflexivos de las novelas, o en esos cristalinos, prístinos versos de su poesía.
Schilling es un escritor que trabaja en un diario. Pero protesta porque la gente lo saluda más en el día del periodista que en el día del escritor. Es un poeta que quiere serlo, y que trabaja muy duro para ello, todos los días, en el silencio de las primeras horas de la mañana. Los resultados son libros sólidos, profundos, y muy bellos. Comenzó publicando el libro de relatos “Dos variaciones”, en 1997, y un par de años después los cuentos de “Diana y Nadia”, ambos –después de pasar por el ojo avizor de Juan Carlos Maldonado- en el sello Alción Editora. En 2001 aparecieron los poemas de “Mudo”, y en 2006 el exquisito “Formas de ver el mar”, donde revisa las percepciones del mar en escritores y poetas como Esquilo, Mallarmé, Alberto Girri, Apollinaire, Juan L. Ortiz, Fogwill o Nabokov, en textos sometidos a la métrica de la “sextina”: el poema de seis estrofas de seis versos endecasílabos, donde las seis palabras con que termina cada uno de los versos se repiten, siguiendo un orden, en todas las estrofas. Schilling, ya lo dije, es un artesano preciso.
En 2007 apareció su primera novela, “Mujeres que nunca me amaron”, donde aquella búsqueda de precisión del lenguaje se transforma en herramienta de seducción. Una recapitulación memoriosa de amores viejos, de mujeres soñadas, de oportunidades perdidas o –frente a la joven mujer que escucha su relato- quizá no perdidas del todo. Y en 2010, nuevamente en la cuidada edición de Maldonado, “Confesiones impersonales”, en mi opinión, el mejor libro de Schilling y uno de los más bellos poemarios publicados en Córdoba en nuestros días. Allí están concentradas sus búsquedas y sus manías, sus temas y sus labores; poemas que rinden tributo a la métrica de las formas clásicas y son, al mismo tiempo, de una urgente contemporaneidad. No me resisto a citar, al menos uno de ellos: “Si cada noche vuelven las estrellas / y vuelve el viento y vuelven a fundirse / los amantes y el mar en mi memoria, / si hay más vasos, más sed y más botellas / y brindar equivale a despedirse, / ¿es el fin el principio de otra historia?, / ¿es la respuesta siempre otra pregunta? / Miren ahora donde el dedo apunta, / ¿qué ven? ¿fantasmas, hombres o mujeres? / Tal vez existan demasiados seres / en cada ser y demasiados mundos / en cada mundo y nunca se terminan, / no, pasan pero nunca se terminan / las horas y minutos y segundos / que faltan para ver el fin de todo / y su principio y cuál sería el modo / de conocer que en la A ya está la Z / y que las sobras son la obra completa, / cuál, cuál sería el modo de volver / a romper este vaso en otra vida / y contar cada vidrio y suponer / que la suma es la forma y la medida / de un acto para siempre reversible. / Tiene que ser, sí, debe ser posible; / más que posible, justo; más que justo / necesario, sentir el mismo gusto / de este vino en las bocas no besadas / todavía, en las lenguas descarnadas / de quienes nunca fueron mis amantes / y abrazarme a sus cuerpos palpitantes / para que mi memoria sea el mar / mismo y el viento y vuelvan a brillar / otra vez, cada noche, las estrellas...”
Este escritor riguroso acaba sin embargo de tomarse unas licencias liberales. La semana pasada, el miércoles 22, Carlos Schilling presentó en el Museo de las Mujeres su última obra: “El novio secreto de Susanna Hoffs”, con el sello editor La Sofía Cartonera. Los libros de este original proyecto editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC son obras únicas, encuadernados en tapas de cartón de cajas de embalaje, cortado sin demasiada precisión y con las carátulas pintadas a mano. No hay dos iguales (a mí me tocó uno coloreado en témperas azules, con unos corazoncitos blancos muy naif), y La Sofía consigue las cajas comprándoselas en la calle a los otros cartoneros. El producto final es un libro estéticamente bello, y que en su originalidad de manufactura no dificulta, sino todo lo contrario, la lectura de su interior.
Aún así, no deja de llamar la atención que Carlos Schilling, tan cuidadoso con las formas, apostara por una edición que transgrede explícitamente los cánones. Se lo pregunté. “Nunca fue más fácil publicar un libro que en esta época en Córdoba –me dice-; aunque no parezca, lo digo sin ironía y feliz por la abundancia. Hay un motivo público y uno secreto para publicar en La Sofía Cartonera. Te digo el público: la dirige Cecilia Pacella, una amiga adorable e inteligente. La sola idea de que ella haya leído mi relato y lo haya aprobado me satisface.” Me quedé (de momento, al menos) sin saber el otro motivo.
HDC: ¿Y por qué el tema de Susanna Hoffs?
Schilling: El relato surgió cuando vi en YouTube que entre la Susanna Hoffs de 27 años, que aparece frente a la banda The Bangles en el videoclip original de “Walking Like an Egyptian”, y la de 52 años, que canta la misma canción dos décadas después en otro video, no había una diferencia física apreciable. Parecen dos versiones de la misma mujer: hermanas gemelas con distinto look. Me impactó que no se le notaran los 20 años de diferencia, y traté de imaginar las consecuencias sentimentales de que una persona amada no envejezca, lo cual se agrava en un amor no correspondido o correspondido a medias.
HDC: Porque ese novio secreto fuiste vos, claro. Pero, ¿desde cuándo?
Schilling: Todas las personas que aparecen en mis relatos tienen documentos de identidad expedidos por el Estado Mental Carlos Schilling, un país que aún no fue reconocido por las Naciones Unidas. Susanna Hoffs solicitó una carta de ciudadanía y le fue gentilmente concedida.
Les recomiendo no perderse la casa que el novio secreto construye para que la habiten la presencia y la voz de Susanna Hoffs. No sé si los libros de La Sofía Cartonera estarán en todas las librerías, pero en los alrededores de la Facultad de Filosofía se consiguen, seguro.
Twitter: @nspecchia