Columna “En foco” - El Mundo
- página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 13 de noviembre 2012
Los hijos de la Emperatriz Viuda
por Pedro I. de Quesada
Jean-Marie Colombani, conocedor de la realidad china, comienza su artículo
de esta semana recordando una entrevista con un jerarca comunista hace diez
años: el siglo XIX fue el de la humillación (el “desmembramiento” colonial) le
dijo; el siglo XX fue el de la restauración; y el XXI está destinado a ser el
de la dominación.
La presidenta Cristina Fernández lo expresó a su manera (y
como una forma muy calculada de quitar hierro a los caceroleros del 8N): una
cosa muy importante pasó ayer, dijo, comenzó el XVIII Congreso del Partido
Comunista de China (PCCh).
Más allá de las chicanas presidenciales a las
cacerolas, la reunión de 2.200 delegados que renovarán la cúspide del poder chino
es uno de los vértices de la política mundial.
Y no por casualidad, se abren
las deliberaciones apenas unas horas después de las presidenciales
estadounidenses. Los chinos, tan atentos a los símbolos, manifiestan así su
concepción de la emergente jerarquía global: ya son la segunda economía y crecen
a diario las coordenadas de poder e influencia internacional que llegan a sus
costas.
O sea, una segunda potencia que ya transita los escalones que la
llevarán a ser la primera antes de una década, cuando los delegados vuelvan a
reunirse en el próximo congreso del PCCh.
Este gran episodio, en todo caso, no deparará
sorpresas: desde hace años se sabe que el sucesor del presidente Hu Jintao será
el actual vicepresidente, Xi Jinping.
Si acaso, en esta particular forma de
selección de la aristocracia comunista a largo plazo, en este congreso
comenzarán a repetirse algunos nombres, que durante la próxima década se
afianzarán (o no), y llegarán a la primera línea del gobierno si consiguen
sobrevivir a las pujas internas.
Un sistema complejo, pero que asegura una
dirección colegiada al interior de esa casta de los príncipes herederos. El
elegido de nuestros días, Xi Jinping, hizo ese largo cursus honorum, remontando
incluso las adversidades: su padre fue uno de los fundadores de la República Popular ,
pero la Revolución Cultural
(1966-1979) de Mao Tse Tung los expulsó del sistema y los encarceló durante
años.
Recién con las rehabilitaciones de Deng Xiaoping el joven Xi pudo
presentar su solicitud de ingreso al Partido Comunista. Desde allí hasta sentarse
en una de las pocas sillas del Politburó ha habido un largo camino.
La pregunta
central de este Congreso, en todo caso, no apunta a los modos de elegir a los
herederos de la Emperatriz Viuda ,
sino cómo éstos resolverán la ecuación de la nueva potencia mundial: ¿volveremos
a ver a una China hegemónica, nacionalista y dominadora de sus vecinos y de sus
socios; o los globalizados, cultos y educados (en universidades occidentales)
príncipes herederos –empujados por la necesidad creciente del comercio de los
productos y servicios chinos- inscribirán su política en un juego multipolar,
horizontal y de cooperación pacífica?
Hagan sus apuestas, mandarines.
