Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 18 de diciembre 2012
Una pulseada por la Constitución
por Pedro I. de Quesada
En Egipto, las elecciones eran una rareza, prácticamente una escenificación de la continuidad del régimen. Así, durante sesenta años. Ahora, de pronto, interrumpen la cotidianidad varias veces en el año.
En un país con una orografía aplanada por el desierto y una población que ronda los 83 millones, los actos eleccionarios son además de una complejidad alta.
El proyecto constitucional del gobierno islamista de Mohammed Mursi obliga a una elección desdoblada, con primera vuelta el sábado pasado y segunda el próximo 22.
Entre ambos sábados, Egipto se encuentra en “proceso eleccionario extendido”. Las últimas elecciones presidenciales ocuparon dos meses del calendario; y el ambiente social en que esos complejos procesos se desarrollan va dando una pauta del país que emerge del nuevo tiempo político tras el fin del período militar.
Y esa imagen emergente es una foto partida, casi en dos mitades gemelas.
Los sectores religiosos, desde los extremos salafistas hasta los islamistas moderados, se han cuadrado detrás de la figura del presidente Mursi y del Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes.
Y la otra mitad de la foto, los cristianos coptos, los partidos laicos y la izquierda republicana, intentan tirar abajo el proyecto constitucional. Además del argumento de que la nueva Constitución, con la apelación a la “sharia” como fuente principal de la ley, implicará una deriva del país hacia un régimen confesional, el referéndum pone en evidencia la puja por dos modelos de transición después de las décadas de gobierno autocrático.
Y si juzgamos por los porcentajes, esos dos modelos tienen detrás, cada uno, a casi la exacta mitad de la población: el sábado pasado, un 55 por ciento respaldó el proyecto de Mursi, y un 45 por ciento le dio la espalda. El sábado 22 de diciembre votará la otra mitad del padrón, y si esta tendencia se mantiene, la foto quedará partida al medio.
Mohammed Mursi quiso blindar, a través de un superdecretazo, unos poderes discrecionales de la Presidencia, pero tuvo que dar marcha atrás.
El guía espiritual de los Hermanos Musulmanes, Mohammed Badía, advirtió que respaldarán con toda la feligresía la legitimidad y la mayoría parlamentaria que ha conseguido el gobierno en las últimas elecciones.
Si el referéndum terminara aprobándose por una mayoría clara, Mursi tendrá las manos más libres, pero si se mantienen las dos mitades, habrá que esperar después del referéndum un alud de recusaciones, apelaciones judiciales y una movilización popular contestataria.
Y el Ejército, a pesar de que está calmo tras las últimas concesiones del presidente islamista, ya ha adelantado que no admitirá caos político.
La brecha abierta por las concentraciones de plaza Tahrir está lejos de cerrarse.
En Twitter: @nspecchia
Una pulseada por la Constitución
por Pedro I. de Quesada
En Egipto, las elecciones eran una rareza, prácticamente una escenificación de la continuidad del régimen. Así, durante sesenta años. Ahora, de pronto, interrumpen la cotidianidad varias veces en el año.
En un país con una orografía aplanada por el desierto y una población que ronda los 83 millones, los actos eleccionarios son además de una complejidad alta.
El proyecto constitucional del gobierno islamista de Mohammed Mursi obliga a una elección desdoblada, con primera vuelta el sábado pasado y segunda el próximo 22.
Entre ambos sábados, Egipto se encuentra en “proceso eleccionario extendido”. Las últimas elecciones presidenciales ocuparon dos meses del calendario; y el ambiente social en que esos complejos procesos se desarrollan va dando una pauta del país que emerge del nuevo tiempo político tras el fin del período militar.
Y esa imagen emergente es una foto partida, casi en dos mitades gemelas.
Los sectores religiosos, desde los extremos salafistas hasta los islamistas moderados, se han cuadrado detrás de la figura del presidente Mursi y del Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes.
Y la otra mitad de la foto, los cristianos coptos, los partidos laicos y la izquierda republicana, intentan tirar abajo el proyecto constitucional. Además del argumento de que la nueva Constitución, con la apelación a la “sharia” como fuente principal de la ley, implicará una deriva del país hacia un régimen confesional, el referéndum pone en evidencia la puja por dos modelos de transición después de las décadas de gobierno autocrático.
Y si juzgamos por los porcentajes, esos dos modelos tienen detrás, cada uno, a casi la exacta mitad de la población: el sábado pasado, un 55 por ciento respaldó el proyecto de Mursi, y un 45 por ciento le dio la espalda. El sábado 22 de diciembre votará la otra mitad del padrón, y si esta tendencia se mantiene, la foto quedará partida al medio.
Mohammed Mursi quiso blindar, a través de un superdecretazo, unos poderes discrecionales de la Presidencia, pero tuvo que dar marcha atrás.
El guía espiritual de los Hermanos Musulmanes, Mohammed Badía, advirtió que respaldarán con toda la feligresía la legitimidad y la mayoría parlamentaria que ha conseguido el gobierno en las últimas elecciones.
Si el referéndum terminara aprobándose por una mayoría clara, Mursi tendrá las manos más libres, pero si se mantienen las dos mitades, habrá que esperar después del referéndum un alud de recusaciones, apelaciones judiciales y una movilización popular contestataria.
Y el Ejército, a pesar de que está calmo tras las últimas concesiones del presidente islamista, ya ha adelantado que no admitirá caos político.
La brecha abierta por las concentraciones de plaza Tahrir está lejos de cerrarse.
En Twitter: @nspecchia