En foco - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 8 de enero de 2013
Brillantes reales (no tan brillantes)
por Pedro I. de Quesada
El Rey de España, Juan Carlos I de Borbón, acaba de cumplir sus 75 años, el aniversario de brillante. Pero la vida lo encuentra con los brillos bastante opacos.
Las estrategias de la Casa Real para recuperar el terreno perdido durante 2012 –annus horribilis, según todos coinciden- no dan muchos frutos: por primera vez, desde los esperanzadores tiempos de la Transición, el sentir republicano crece fuerte.
La monarquía, aún así, sigue siendo la institución mejor valorada en la península, por encima del gobierno, la judicatura y la iglesia; pero la tendencia decreciente de esa estima condicionará el futuro del sistema político.
En el intento de recuperar protagonismo, don Juan Carlos acaba de dar una entrevista a Televisión Española, que ésta calificó de histórica. Hacía 12 años que el monarca no se prestaba a un diálogo periodístico extenso, y a la vista de los resultados de este cacareado encuentro con el periodista Jesús Hermida, sería aconsejable que siga haciéndolo con tan poca asiduidad.
La conversación estuvo lejos de ofrecer respuestas a los principales cuestionamientos de la Corona en los últimos tiempos, en especial en el año que acaba de terminar.
Los gastos de mantenimiento de la familia real a cargo de los presupuestos públicos en el marco de un severísimo ajuste económico en todas las áreas sensibles (ancianidad, jubilaciones, desocupación, educación y salud, que generan en estas horas una nueva “marea blanca” de marchas con guardapolvos); el desafortunado episodio de caza mayor en Botswana (semisecreta, que salió a luz a raíz de la rotura de cadera del monarca) y la patética foto del Rey junto a un elefante abatido; y los intríngülis del “yernísimo” Iñaki Urdangarín, procesado por corrupción y por enriquecerse con tráfico de influencias a la sombra de la Corona; no figuraron ni con una mención tangencial en la conversación.
Y era Hermida, un periodista serio, que termina también cuestionado por su pasmosa indulgencia para con el real entrevistado.
Don Juan Carlos conserva, a pesar de todo, el cariño de la gente de a pie y el respeto de la clase política. No se puede olvidar tan fácilmente que él renunció al poder que el dictador Franco le dejó en sus manos, para devolverle la soberanía al pueblo y habilitar, de esa manera, la Transición democrática.
Tampoco puede obviarse su papel firme cuando el “Tejerazo” del 23 de febrero de 1981 intentó volver atrás la historia con un golpe de Estado.
Pero todo eso ya es pasado. Hoy son otras generaciones las que miran hacia La Zarzuela y ven a una institución desfasada con los tiempos políticos contemporáneos.
El príncipe Felipe de Borbón y Grecia, a punto de cumplir los 45, deberá remar para mantener a flote el bote monárquico en la próxima sucesión. Y para eso no falta mucho.
Twitter: @nspecchia
.
Brillantes reales (no tan brillantes)
por Pedro I. de Quesada
El Rey de España, Juan Carlos I de Borbón, acaba de cumplir sus 75 años, el aniversario de brillante. Pero la vida lo encuentra con los brillos bastante opacos.
Las estrategias de la Casa Real para recuperar el terreno perdido durante 2012 –annus horribilis, según todos coinciden- no dan muchos frutos: por primera vez, desde los esperanzadores tiempos de la Transición, el sentir republicano crece fuerte.
La monarquía, aún así, sigue siendo la institución mejor valorada en la península, por encima del gobierno, la judicatura y la iglesia; pero la tendencia decreciente de esa estima condicionará el futuro del sistema político.
En el intento de recuperar protagonismo, don Juan Carlos acaba de dar una entrevista a Televisión Española, que ésta calificó de histórica. Hacía 12 años que el monarca no se prestaba a un diálogo periodístico extenso, y a la vista de los resultados de este cacareado encuentro con el periodista Jesús Hermida, sería aconsejable que siga haciéndolo con tan poca asiduidad.
La conversación estuvo lejos de ofrecer respuestas a los principales cuestionamientos de la Corona en los últimos tiempos, en especial en el año que acaba de terminar.
Los gastos de mantenimiento de la familia real a cargo de los presupuestos públicos en el marco de un severísimo ajuste económico en todas las áreas sensibles (ancianidad, jubilaciones, desocupación, educación y salud, que generan en estas horas una nueva “marea blanca” de marchas con guardapolvos); el desafortunado episodio de caza mayor en Botswana (semisecreta, que salió a luz a raíz de la rotura de cadera del monarca) y la patética foto del Rey junto a un elefante abatido; y los intríngülis del “yernísimo” Iñaki Urdangarín, procesado por corrupción y por enriquecerse con tráfico de influencias a la sombra de la Corona; no figuraron ni con una mención tangencial en la conversación.
Y era Hermida, un periodista serio, que termina también cuestionado por su pasmosa indulgencia para con el real entrevistado.
Don Juan Carlos conserva, a pesar de todo, el cariño de la gente de a pie y el respeto de la clase política. No se puede olvidar tan fácilmente que él renunció al poder que el dictador Franco le dejó en sus manos, para devolverle la soberanía al pueblo y habilitar, de esa manera, la Transición democrática.
Tampoco puede obviarse su papel firme cuando el “Tejerazo” del 23 de febrero de 1981 intentó volver atrás la historia con un golpe de Estado.
Pero todo eso ya es pasado. Hoy son otras generaciones las que miran hacia La Zarzuela y ven a una institución desfasada con los tiempos políticos contemporáneos.
El príncipe Felipe de Borbón y Grecia, a punto de cumplir los 45, deberá remar para mantener a flote el bote monárquico en la próxima sucesión. Y para eso no falta mucho.
Twitter: @nspecchia
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