viernes, 12 de julio de 2013

“La Gordi” vuelve, y de novia (19 03 13)

"La Gordi" vuelve, y de novia


por Pedro I. de Quesada



Hace unas semanas, una querida colega -politóloga argentina residente en Chile- me decía que "los números" de Piñera no están tan mal como podría esperarse después de una gestión errática.
Pero, aunque los resultados objetivos de la primera presidencia conservadora después de cuatro mandatos de la Concertación sean objetivamente rescatables (y lo pongo en potencial, ya que estoy citando una interpretación a la que no adscribo), la capacidad de trasmitir los logros de su Administración ha sido tan rotundamente mala, que Sebastián Piñera llega a los tiempos finales de su mandato con una de las peores imágenes personales de todo el período democrático pospinochetista. 
Esa debilidad comenzó a insuflar bríos en la ahora opositora Concertación, que ve en la popularidad maltrecha del mandatario la brecha por la que colar el posible retorno a La Moneda. 
Pero, al interior del conjunto de partidos, las mayores expectativas de sucesión se inclinaban hacia la pata democristiana. 
Los socialistas ocuparon el Ejecutivo en dos de los cuatro mandatos del nuevo tiempo constitucional (Lagos y Bache-let), mientras los demócrata-cristianos (que lo ocuparon con Aylwn y Frei) ven aquellos tiempos como lejanos y suponían ahora su derecho al retorno. Pero esta semana La Gordi, como cariñosamente se refieren a Michelle Bachelet sus adherentes, acaba de meter adrenalina a la (de por sí bastante soporífera) vida política trasandina: renunció a su importante cargo en la sede de las Naciones Unidas (ONU-Mujer) en Nueva York y anunció su vuelta a Santiago. 
Y Bachelet no solo dijo que peleará la presidencia en noviembre, sino que las malas lenguas agregan que, además, la peleará enamorada. 
El anuncio desvela uno de los principales misterios de la clase política chilena, que viene preguntándose qué haría Bachelet cuando llegara el momento. 
La ex mandataria dejó el poder en 2010 con un altísimo nivel de aceptación popular (aún superior al de su mentor y antecesor, el socialista Ricardo Lagos). El alicaído Piñera necesitaba poco para terminar de hundirse, y el inédito 54 por ciento de intención de voto que tiene Michelle Bachelet -antes aún de haber iniciado ninguna campaña- ha tenido peso de yunque. 
Las preguntas, ahora, se dirigen hacia el programa que La Gordi trazará para volver a gobernar uno de los países más desiguales del mundo (los analistas sostienen que podría incluso ganar en la primera vuelta, con mayoría absoluta), y las maneras en que manejará el frente interno: Piñera ganó porque la Concertación acusaba el cansancio de 20 años de hegemonía; el regreso de Bachelet puede significar una vuelta de tuerca sobre un proyecto agotado. 
O la gran renovación. Apostamos a que el amor pueda ayudarla a inclinarse por esta segunda opción.


Twitter:  @nspecchia