lunes, 5 de agosto de 2013

Un caballo entre rejas (05 08 13)

En Foco – HOY DÍA CÓRDOBA – El Mundo – Página 2 – lunes 5 de agosto de 2013 

Un caballo entre rejas 

por Pedro I. de Quesada 





Al interior de ese caos estructural que es la política romana, una parte de la sociedad espera desde hace tiempo ver a Silvio Berlusconi finalmente ingresar a prisión, de una manera efectiva, sin dobles raseros ni coartadas de amiguismos en la judicatura y en el Parlamento.

“Si hay Dios –dicen los romanos- Berlusconi tiene que terminar con sus huesos en `prigione´.” Y sin duda la reciente sentencia de los máximos tribunales ha constituido un hito histórico, ya que el millonario ex primer ministro, admirador de Benito Mussolini y refundador de la derecha italiana, había logrado durante todos estos años evadir una condena definitiva.

De nada sirvieron las pruebas palmarias, los testimonios directos de los implicados (y, en los casos de fomento a la prostitución con menores, de las directas implicadas) que durante 20 años los tribunales italianos acumularon en 34 procesos judiciales.

Uno a uno esos juicios se fueron diluyendo, merced a que la Justicia de la península también participa de aquel caos estructural que invade toda la escena política.

Desde hace dos décadas, la continuidad de Berlusconi al frente de la derecha obedece, principalmente, a maniobrar desde el poder para evitar la cárcel. El impulso de leyes ad hoc, aprobadas en el Parlamento por la bancada mayoritaria del Pueblo de la Libertad –en alianza con la extrema derecha de la Liga Norte-, las diversas leyes de auto-amnistía dictadas en sus tres administraciones como jefe del Gobierno, y el abuso de los recursos judiciales para forzar las prescripciones por el paso del tiempo, han signado una huída delictiva que mancha toda la clase política y la vida institucional del país.

Ahora, el Tribunal Supremo acaba de confirmar que Berlusconi, a sus 76 años, es reo de cárcel, con pena de cuatro años, por fraude fiscal en el llamado “caso Mediaset”. Pero también la máxima instancia judicial se ve obligada a hacer equilibrios políticos: si su confirmación de pena en firme hubiese ido acompañada de la orden de ingreso de Berlusconi en la `prigione´, como piden los romanos desde hace años, el vidrioso y sutil equilibrio que sostiene al gobierno de Enrico Letta, del Partido Democrático, hubiera quedado sin sustento.

Y eso después de la virtual acefalía que vivió Italia, hasta que el viejo comunista Giorgio Napolitano aceptó volver a hacerse cargo de la Presidencia y convocó a Letta a formar un gobierno de coalición con el apoyo estratégico del partido-empresa de Berlusconi.

Entonces el Tribunal Supremo encontró esa original vía alternativa, de remitir nuevamente el caso a la Corte de Apelación de Milán para que recalcule la pena de cinco años de inhabilitación para cargo público. Mientras los jueces milaneses deliberen, Silvio Berlusconi seguirá en libertad, y luego, su papel como apoyo indispensable para la gobernabilidad de Italia le permitirá seguir disponiendo de un salvoconducto para birlar a la Justicia.

Berlusconi, en este esquema, sigue siendo indispensable para la gobernabilidad, y por lo tanto intocable. Y aquí está, creo, la cuestión central: la socialdemocracia del Partido Democrático y el gobierno de Enrico Letta deberían abandonar la extorsión histórica que supone seguir dependiendo de Berlusconi y llamar a nuevos comicios.

Si vencen, aquel que se hacía llamar por el título de `Cavaliere´ (y que perderá al confirmarse la condena) deberá, finalmente, ingresar a la cárcel, como un ciudadano más.






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