jueves, 19 de febrero de 2009

Chávez ahora va por todas

CHÁVEZ, AHORA VA POR TODAS


Por Nelson Gustavo Specchia



El comandante Hugo Chávez, jefe del Partido Socialista Unificado de Venezuela, líder de la Revolución Bolivariana (a través de la cual, dice él, se expresa el “socialismo del siglo XXI en América latina), y presidente de la República Bolivariana de Venezuela, este domingo ha conquistado la baza que perseguía desde hacía tiempo, poniendo tras este objetivo todo el aparato político, económico y mediático que el petróleo venezolano pudiera pagar: estar autorizado por la legalidad constitucional a gobernar sin ningún tipo de restricción o límite temporal.

En este mismo lugar, hace sólo algunos meses, en una columna que titulamos “Más Chávez y menos Chávez”, analizábamos los resultados de las elecciones regionales y legislativas de noviembre del año pasado. Advertíamos entonces que el férreo cerco de poder que el presidente venezolano había logrado construir a su alrededor comenzaba a mostrar fisuras, pero que en esa prueba legislativa no podía afirmarse que nadie hubiera ganado claramente.

En realidad, parecía que ambos –tanto Chávez, como la variopinta oposición a su persona- habían ganado, según como se miraran los resultados. A números concretos, la diferencia entre ambos sectores era de apenas 1,5 millones de votos, sobre los 28 millones de venezolanos. O sea que prácticamente la mitad de la población estaría gobernada por el chavismo, y la otra mitad, por la oposición. Fue la gran oportunidad que tuvo ese arco opositor que no termina de encontrar el rumbo, y que sigue dejando la iniciativa política en manos de los estudiantes universitarios, para encarar su reorganización y plantearse como alternativa real al líder bolivariano.

Chávez lleva diez años en el poder, y la oposición política en Venezuela sigue sin encontrar un rumbo común. Como dirían nuestras abuelas, no los une el amor, sino el espanto. Y por eso su lugar lo ocupan los jóvenes y los estudiantes universitarios.

A diferencia de ellos, el comandante Chávez se echó inmediatamente, con todo el peso del aparato del Estado, a una nueva campaña plebiscitaria –ciudad a ciudad, barrio a barrio, e inclusive casa a casa- para sacarse de encima las restricciones temporales al ejercicio repetido del mandato presidencial.

Y esta vez, le funcionó. La victoria del referéndum del domingo pasado ha sido clara, (nuevamente con 1,5 millones de votos de diferencia, pero esta vez todo a su favor), y con ella ha eliminado las trabas constitucionales para su reelección indefinida. Y para qué perder tiempo, inmediatamente se ha proclamado candidato a la presidencia en 2012, en un rapto casi místico, parafraseando al apóstol Pablo: “Me consumiré gustosamente al servicio del pueblo sufriente.”

Pero el proceso electoral ha sido limpio. Venezuela no es hoy una dictadura, ni Chávez un dictador, sino un caudillo que opera dentro de una legalidad que, si bien es cierto que él mismo la ha construido a su medida, también lo es que el electorado venezolano se la consiente. De ahora hasta que termine su actual mandato constitucional, el comandante Chávez tiene tiempo sobrado para consolidar un sistema que, manteniendo las formas, sea funcional a sus aspiraciones. Mantendrá los partidos, porque le dan un cierto toque de pluralismo, y no le quitan el sueño, como se ha visto. Un modelo que Teodoro Petkoff, el intelectual de la oposición, ha designado como “totalitarismo light”.

Pero en la faz económica, en cambio, “pintan bastos”, como dirían en España. Chávez ha financiado su modelo de crecimiento y redistribución en la exportación de petróleo, que llegó a estar a 140 dólares el barril; pero es que ahora está a 40, y no hay expectativas cercanas de cambios en la tendencia. Y por dentro, además, lo empuja una inflación del orden del 30 por ciento (40 por ciento en los alimentos). Esta combinación obligará a Chávez a adoptar una política fiscal más estricta, y, seguramente, a reducir los cheques dirigidos a los programas sociales, que son la base de la “revolución socialista” bolivariana.

Y eso dibujará otro escenario, porque la Constitución ahora le permite mantenerse en el poder… siempre y cuando gane las elecciones.