jueves, 12 de febrero de 2009

Cristina en Madrid

CRISTINA EN MADRID


por Nelson-Gustavo Specchia


La presidenta Cristina Fernández de Kirchner llegó a España, en su primera visita como Jefa de Estado (había estado la última vez sólo como candidata), y su presencia allá ha mostrado la doble cara de las monedas: la de los discursos y posturas públicas de la diplomacia, y los comentarios y los análisis de los actores directamente implicados, especialmente de los empresarios españoles.

En el primero, Cristina ha sido recibida por Sus Majestades, los Reyes, y don Juan Carlos tuvo el buen gusto de condecorarla a pesar de que lo había hecho esperar más de media hora, el lunes a la noche. Posiblemente la Presidenta Cristina pensó que si había hecho esperar al ex-presidente Bush en la última reunión del G-20, en los Estados Unidos (donde tuvieron que repetir la “foto de familia” de los Jefes de Estado porque la mandataria argentina no había llegado), también podía atentar contra el protocolo de la Casa Real española. Ayer, martes, en la Casa de América en Madrid, la vicepresidenta del gobierno, la valenciana María Teresa Fernández de la Vega, también tuvo que esperarla una media hora larga. Pero luego, en los discursos, todo fueron alabanzas.

El Presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha dicho que las relaciones hispano-argentinas pasan por sus mejores momentos, y que las empresas españolas no han tenido problemas en nuestro país, “en un 99 por ciento de los casos”. Pero todos entendieron que sólo estaba siendo gentil y diplomático, porque ese uno por ciento restante está ocupado por la expropiación de Aerolíneas Argentinas al grupo empresario Marsans, y ese tema no termina de cerrar en la política española. Y esa es la otra cara de la moneda de la visita de Cristina a España.

En realidad, las relaciones bilaterales no pasan por su mejor momento, ni mucho menos. La política exterior del matrimonio Kirchner ha sido errática en muchos aspectos, y no se ha cuidado la relación con España de una manera especial. Y esto cobra importancia al comprobar que el monto de las relaciones económicas con la vieja “madre patria” alcanza volúmenes considerables: en Argentina operan unas 360 empresas de capital español, con una inversión que ronda los 200.000 millones de pesos en los últimos 15 años. Sin contar, además, de que nuestro país alberga la mayor colonia española en el extranjero: cerca de 300.000 personas.

En este marco, la expropiación a Marsans no puede quedar en el simbólico “1 peso” que estableció el gobierno, con el apoyo del Congreso nacional. Un pacto entre el gobierno argentino, Marsans, y el fabricante de aviones Airbus, despejó el viaje de Cristina, que estuvo pendiente de un hilo hasta último momento.

Este pacto pasaría porque el Estado argentino asuma parte del contrato que Marsans suscribió con Airbus para la compra de 73 aviones, de forma tal que el grupo español recupere los 150 millones de dólares que adelantó como seña de la compra de las aeronaves.

Y, claro, se incluiría en el acuerdo también la retirada de la demanda que Marsans ha interpuesto contra Argentina ante el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), y Cristina les daría la garantía de que los anteriores directivos de Aerolíneas no serán perseguidos judicialmente por el gobierno argentino.

O sea, que es altamente probable que la nueva estatización de la aerolínea de bandera le cueste a la República Argentina algo más que la simbólica moneda de un peso, como el gobierno ha difundido. Quizá sean unos 150 millones de dólares.

En el plano de los discursos, mientras tanto, todo son elogios, y críticas al neoliberalismo, según acostumbra la Presidenta desde las tribunas. Volvió a detallar en Madrid los alcances de la omnipresente crisis financiera global, y defendió la reforma del funcionamiento de las organizaciones internacionales para que sean más justas y equitativas: “en realidad, lo que ha fracasado es un modelo de organización internacional que imaginó una globalización unipolar y homogénea”, una de sus frases más recurridas.

Y la Presidenta anunció que Argentina y España fortalecerán sus respectivos liderazgos regionales el año próximo, cuando en 2010 España se haga cargo de la presidencia semestral rotatoria de la Unión Europea, y nuestro país sea sede de la cumbre iberoamericana, además de celebrar el bicentenario de la Independencia (de España, precisamente).

Detrás de estas coincidencias, de las condecoraciones, y de los discursos de buena voluntad, los empresarios siguen mirando de reojo. Las relaciones bilaterales podrán salir de la zona turbia y tibia en que han pasado los últimos años, si hay voluntad política. Pero recuperar la confianza para relanzar un proceso sostenido de inversiones españolas en nuestro país, en cambio, llevará más tiempo, y acciones de política exterior más coherentes en el largo plazo.