jueves, 19 de enero de 2012

Europa en el calendario maya (13 01 12)

Europa en el calendario maya

por Nelson Gustavo Specchia
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Comenzamos un nuevo año, en el cual los apocalípticos avant-la-letre tienen una oportunidad especial para solazarse, ya que según los cálculos de los ancianos astrónomos mayas, con el solsticio del invierno boreal el próximo 21 de diciembre terminará un entero ciclo cósmico. Nuestros agoreros contemporáneos han traducido rápidamente aquel cálculo astronómico en el más vulgar –y catastrofista- “fin del mundo”, y se han puesto sin demora a buscar las señales de tan fatídico advenimiento: tiembla la tierra; se levantan olas gigantes; erupcionan los volcanes cubriendo todo de humo y cenizas. Y aún más evidentes que los telúricos (es en balde argüir que se han dado rutinariamente en todos los tiempos: no hay mejor augur que aquel que está convencido de lo que quiere ver), son los signos sociales de fin de los tiempos: la crisis económica resquebraja las estructuras mundiales; nos enfrentamos a una nueva recesión global; el índice de desocupación no deja de crecer en las economías desarrolladas.

En este catálogo de calamidades internacionales, la Unión Europea aporta uno de los ejemplos más acabados. Desde la quiebra de la banca Goldman Sachs, en el breve lapso que la crisis norteamericana tardó en cruzar el Atlántico e impactar en las finanzas europeas, el Viejo Continente inició una debacle que ya ha dejado el terreno económico para ser política, social, e inclusive ideológica. Y ese derrape está logrando desarticular, en este corto tiempo, la laboriosa construcción de la integración de medio siglo.

Sin embargo, y a pesar de las apariencias, el desbarranque europeo no tiene nada que ver con las previsiones de los sacerdotes indígenas mesoamericanos. Está más relacionada, estimo, con la concepción de la élite política europea en esta coyuntura, que está lejos de aquellas miradas amplias y con sentido estratégico de los padres fundadores de las Comunidades Europeas –Schumann, Monnet, Adenauer, De Gaulle- y de los fuertes impulsores que les sucedieron –Delors, Kohl, Romano Prodi, Felipe González-.

En su lugar, la generación que ocupa el liderazgo continental contemporáneo (capitaneada por el tándem Ángela Merkel-Nicolás Sarkozy, y rodeada de gobiernos “tecnócratas”) han dejado de lado las estrategias de cuentas largas y las concepciones de un estado de bienestar, para concentrarse en el inmediatismo cortoplacista: equilibrar los presupuestos y achicar el déficit público. Una generación de políticos a quienes un europeísta de siempre, como el ex presidente portugués Mario Soares, no duda en tachar de cobardes; desde la inimputabilidad que le otorga una vida plena de luchas, a sus 87 años acusa a sus pares de hoy: “no tienen coraje para tomar las decisiones necesarias”. Así, el 2012 quizá no traiga el apocalipsis, pero sí, con seguridad, en Europa seguirá profundizando la vía del ajuste, de la recesión, y del desencanto.

DINERO, VIL METAL

No podría haber sido de otra manera. Las predicciones calendarias de los astrónomos indios no han despertado en nuestra época un frenesí espiritual, como el que en su momento desató la cercanía del milenio en los oscuros tiempos medievales, sino una nueva y millonaria veta comercial. En México se venden como pan caliente unas “cápsulas de tiempo”, unas cajas de acero que se enterrarán antes del solsticio, y donde se podrán guardar fotos, cartas y documentos para que, en algún futuro, los sobrevivientes de la hecatombe puedan recuperarlos. Hay más de quinientos eventos y espectáculos programados para el año en las playas mexicanas, con falsos sacerdotes indígenas sahumando a los visitantes, y la oficina de turismo de la Rivera Maya prevé un récord de 52 millones de turistas (30 millones más que los 22 habituales). Todo porque, como me decía un colega en Rio de Janeiro esta semana, “si el fin del mundo va a empezar ahí, hay que verlo desde la platea.”

En Europa también los discursos, los planes y los programas se han reducido a saber quién paga la cuenta. El dinero, ese vil metal. Alemania ha venido recuperando espacios de poder desde la unificación, y la canciller Merkel parece decidida a que ese nuevo empoderamiento de la primera potencia europea se haga patente al imponer su criterio, aunque sea a todas luces desfavorable para el conjunto, y hasta humillante para algunos miembros (llamó vagos y holgazanes a los griegos, cuna de la filosofía y de la idea de democracia que fundó a Europa).

Pero también ese nuevo rol del resurgimiento alemán asusta a sus vecinos, y dispara las alarmas del “equilibrio”, la tradición bismarckiana que reguló los porcentajes de poder en el continente hasta mediados del siglo XX. De los tres grandes, cuando dos se juntan o crecen demasiado, el tercero sale por libre, y con su oposición vuelve a equilibrar el escenario. En ese contexto puede entenderse la patada al tablero propinada por el premier británico, David Cameron, en la última cumbre de Bruselas. El inglés fue el único líder que se resistió a firmar el nuevo proyecto de tratado, que responde a un capricho personal de Ángela Merkel, y que intenta imponer condiciones draconianas de ajuste a todos los países de la zona euro.

Todos, menos Cameron, firmaron el texto impulsado por la señora Merkel el 8 de diciembre. Pero ese texto, que establece una austeridad rígida (con un tope al déficit público fijado en las propias constituciones de los Estados miembros) y la posibilidad de acusar a un país ante el Tribunal Europeo si incumple, se revela cada día más impracticable. El primer ministro británico hubo de soportar una avalancha de críticas, e inclusive en algunos ámbitos se especuló con la posible salida del Reino Unido de las instituciones europeas, pero ahora, al echar cuentas y calcular los ahorros que deberán hacer los países pequeños para alcanzar los objetivos del tratado, más de uno comenta con simpatía la renuencia de Cameron en Bruselas. Esta semana, los principales grupos legislativos del Parlamento Europeo han rechazado el texto del tratado acordado en aquel consejo del 8 de diciembre. Los socialistas y los liberales han conseguido, inclusive, que se les sumen los europarlamentarios conservadores, y en conjunto han rechazado el texto de Merkel, no solamente por inviable y asfixiante, sino también por antidemocrático.

SUEÑOS ALTERNATIVOS

Si de algo podría servirles a los europeos la promocionada profecía maya, habría de ser para reflexionar sobre sus ciclos, tanto los políticos como los económicos, que según la experiencia histórica esos sí que tienen inicio, crecimiento, declinación y fin. Y este ciclo que transita la Unión Europea está mostrando, a las claras, los límites de sus posibilidades. Las políticas deberían enfocarse en salvar la moneda común, el euro, pero no por la vía de las restricciones al gasto público y de una sucesión casi infinita de ajustes estructurales.

Además de ineficaces, ese camino sólo puede conducir a que sigan creciendo las tendencias euroescépticas y a un resurgimiento del peor nacionalismo (Hungría acaba de aprobar un texto constitucional filo-fascista, sin ir más lejos).

Junto al euro, es imprescindible volver a poner los bancos al servicio del crecimiento y del ahorro familiar. Las grandes firmas financieras fueron objeto de salvataje por parte del Banco Central Europeo (BCE), pero el crédito a los particulares y a las pequeñas y medianas empresas no ha reaparecido, mientras los grandes ejecutivos bancarios siguen cobrando sumas alarmantemente altas.

La recesión con que empieza 2012 se prolongará durante todo el año. Hasta la propia Alemania tendrá un crecimiento de apenas medio punto, mientras los países denominados “cerdos” de una manera insultante (“PIGS”, por sus iniciales en inglés: Portugal, Irlanda, Grecia y España), deberán sumar a la recesión y al ajuste exigido por Merkel, una tasa de desocupación que superará el diez por ciento de la población económicamente activa: unos 23 millones de personas, y creciendo.

Despertando de un sopor que los ha dejado prácticamente fuera del juego político, los diputados socialistas en el Parlamento Europeo han publicado una carta abierta, en los principales diarios del continente, los primeros días de este año. En esa misiva sostienen que la política de desregulación financiera primero, y la exclusivamente centrada en la austeridad y en los recortes luego, están destruyendo la base económica del modelo social europeo. Con un mapa político dominado casi por completo por fuerzas conservadoras, los socialistas afirman que las medidas que impone esta Europa escorada a la derecha no son la solución, no sirven para atajar al capitalismo especulativo –que ha originado la crisis- sino que se ceban en los más débiles y frenan la recuperación. “Debemos abandonar esta política basada sólo en la austeridad y llevar a cabo la inversión pública necesaria para estimular el crecimiento y el empleo”, dicen. Terminan su carta exhortando a regular los mercados financieros de manera estricta, establecer una tasa a las transacciones financieras, y eliminar los paraísos fiscales.

Ese es, efectivamente, el rumbo necesario, creemos. Aunque llama la atención que lo expliciten ahora, después de haber perdido uno a uno los gobiernos que detentaban.




Hoy Día Córdoba – Periscopio  – Magazine – viernes 13 de enero de 2012