Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 27 de marzo de 2012
Andalucía roja
por Pedro I. de Quesada
Desde ayer, y a pesar de los pesares, el Sur de España sigue fiel a la izquierda. Las votaciones regionales en Andalucía (también en Asturias) han sido una sorpresa para todos, desde los principales observadores (las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas habían previsto una mayoría absoluta para la derecha del Partido Popular en ambas circunscripciones) hasta los propios actores.
El jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, entendió que la marea conservadora que ha logrado inundar todo el territorio, no estaría completa sin Andalucía, la más extensa de las autonomías españolas.
Allí, en el Sur profundo, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tiene sus bases más fuertes, que le han permitido gobernar sin interrupción durante los últimos treinta años; y de allí también salió el dirigente que marcó la transformación moderna del socialismo postfranquista: Felipe González, Felipillo.
Estas razones hacían que Andalucía fuera mucho más que una elección provincial, era un símbolo (de resistencia, para los socialistas; de victoria completa, para los conservadores) y también un termómetro sobre cómo el electorado está evaluando el manejo de la crisis que hace el gobierno.
Por ello todos se implicaron hasta la médula en la campaña andaluza. Hasta el punto que Rajoy no quiso presentar los presupuestos generales del Estado, por más que Europa se lo exigiera, porque el ajuste que contienen podría haber afectado a Javier Arenas, vicesecretario del PP y el candidato que esperaba hacerse con la mayoría absoluta en el Sur.
Arenas daba el triunfo por sentado, y sabía que nunca como ahora –y ya son las cuartas elecciones a las que se presenta como cabeza de lista- tuvo tantas cosas a su favor: el desgaste de tres décadas de los socialistas en el poder, la corrupción, los kilos de cocaína compradas con fondos públicos por el ex chofer del ex secretario de Trabajo, la salida por la puerta de servicio del gobierno de Rodríguez Zapatero... ¿Cómo la marea azul (el color del PP) no iba a llegar también hasta Andalucía, y una ola de esa marea no empujaría al “Niño” Arenas hacia la ansiada victoria?
Pero no, a pesar de tener todos los vientos de cola, el empuje no alcanzó.
Y creo que lo que hubo en el medio no fue la conciencia socialista de los andaluces, ni las agónicas súplicas de Felipillo, pidiendo a sus coterráneos que fueran “la última barrera” frente al auge conservador en el resto del territorio. Al menos, no exclusivamente.
Me parece que más importante que la carga ideológica fue la evaluación electoral de los primeros cien días de Rajoy en el gobierno.
Que los socialistas retengan Andalucía es una señal para Madrid: el ajuste draconiano y el seguimiento acrítico a las recetas neoliberales de Ángela Merkel han sido censurados por los electores.
El viernes llegará la primera gran huelga general contra Rajoy y sus ajustes, pero el presidente del gobierno ya ha adelantado que no le moverán el brazo.
Andalucía debería servirle de advertencia.
Twitter: @nspecchia
Andalucía roja
por Pedro I. de Quesada
Desde ayer, y a pesar de los pesares, el Sur de España sigue fiel a la izquierda. Las votaciones regionales en Andalucía (también en Asturias) han sido una sorpresa para todos, desde los principales observadores (las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas habían previsto una mayoría absoluta para la derecha del Partido Popular en ambas circunscripciones) hasta los propios actores.
El jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, entendió que la marea conservadora que ha logrado inundar todo el territorio, no estaría completa sin Andalucía, la más extensa de las autonomías españolas.
Allí, en el Sur profundo, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tiene sus bases más fuertes, que le han permitido gobernar sin interrupción durante los últimos treinta años; y de allí también salió el dirigente que marcó la transformación moderna del socialismo postfranquista: Felipe González, Felipillo.
Estas razones hacían que Andalucía fuera mucho más que una elección provincial, era un símbolo (de resistencia, para los socialistas; de victoria completa, para los conservadores) y también un termómetro sobre cómo el electorado está evaluando el manejo de la crisis que hace el gobierno.
Por ello todos se implicaron hasta la médula en la campaña andaluza. Hasta el punto que Rajoy no quiso presentar los presupuestos generales del Estado, por más que Europa se lo exigiera, porque el ajuste que contienen podría haber afectado a Javier Arenas, vicesecretario del PP y el candidato que esperaba hacerse con la mayoría absoluta en el Sur.
Arenas daba el triunfo por sentado, y sabía que nunca como ahora –y ya son las cuartas elecciones a las que se presenta como cabeza de lista- tuvo tantas cosas a su favor: el desgaste de tres décadas de los socialistas en el poder, la corrupción, los kilos de cocaína compradas con fondos públicos por el ex chofer del ex secretario de Trabajo, la salida por la puerta de servicio del gobierno de Rodríguez Zapatero... ¿Cómo la marea azul (el color del PP) no iba a llegar también hasta Andalucía, y una ola de esa marea no empujaría al “Niño” Arenas hacia la ansiada victoria?
Pero no, a pesar de tener todos los vientos de cola, el empuje no alcanzó.
Y creo que lo que hubo en el medio no fue la conciencia socialista de los andaluces, ni las agónicas súplicas de Felipillo, pidiendo a sus coterráneos que fueran “la última barrera” frente al auge conservador en el resto del territorio. Al menos, no exclusivamente.
Me parece que más importante que la carga ideológica fue la evaluación electoral de los primeros cien días de Rajoy en el gobierno.
Que los socialistas retengan Andalucía es una señal para Madrid: el ajuste draconiano y el seguimiento acrítico a las recetas neoliberales de Ángela Merkel han sido censurados por los electores.
El viernes llegará la primera gran huelga general contra Rajoy y sus ajustes, pero el presidente del gobierno ya ha adelantado que no le moverán el brazo.
Andalucía debería servirle de advertencia.
Twitter: @nspecchia