martes, 13 de marzo de 2012

Annan, Kofi Annan (13 03 12)

Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 13 de marzo de 2012


Annan, Kofi Annan


por Pedro I. de Quesada






Saliendo del ostracismo al que lo había llevado su retiro de la secretaría general de las Naciones Unidas, Kofi Annan ha vuelto a la palestra, y para meterse en el ojo del huracán: aterrizó en Damasco y se sentó con Bachar el Assad.

Después de los duros términos con los que condenó en varias oportunidades la violencia extrema de los Al Assad en la represión de Homs, Ban ki Moon decidió llamar a su antecesor en el sillón de la ONU y pedirle que volara hasta Siria y que hiciera lo que pudiera.

Una decisión arriesgada, y que no cayó bien (casi) en ningún lado: Para Israel, es un freno de mano al proyecto de intervención, que tiene tan adelantado; para Hillary Clinton –que no dejará que los israelíes ataquen solos- es un incordio; para los rusos es una quita de protagonismo; a la Liga Árabe la pone en evidencia de su nula efectividad para hacer nada; para el clan de los Al Assad es una intromisión a destiempo, ahora que han sofocado a sangre y fuego la rebelión en la barriada de Bab Amro y empujado al Ejército Libre de Siria (ELS) hacia el Norte; e inclusive para estos últimos es una visita antipática, porque relegitima a un gobierno que ya está acorralado y solo, con la mayoría de las potencias occidentales retirando sus embajadores de Damasco.

En ese entorno hostil, el viejo diplomático llegó como Bond, James Bond, y en 48 horas ha logrado poner unas notas de sensatez en medio de la locura, lo que no es poco.

De lo que se trata es de detener el baño de sangre sobre la población civil, una matanza que ya roza las 8.000 víctimas. Y aunque a los rebeldes les gustaría una entrega masiva de armas al ELS, o directamente una intervención militar externa (como apoya, entre otros estados árabes, Qatar), la verdad es que no existe un frente político alternativo a los Al Assad que muestre un acuerdo interno y un nivel de madurez suficiente como para ser confiable.

Con una oposición así, el remedio puede ser igual de desastroso que la enfermedad, o inclusive peor, si una acción militar occidental provoca el temido “efecto cascada” en el polvorín de Medio Oriente.

WikiLeaks, ese grano en la planta del pie del secretismo diplomático, acaba de revelar, tras una infiltración al correo electrónico de la empresa Strattfor (uno de los “contratistas de asesores” del ejército estadounidense) que soldados de la OTAN ya estarían en Siria, apoyando a las tropas rebeldes; Rusia y China, mientras tanto, volvieron a insistir en que vetarán en el Consejo de Seguridad de la ONU la intervención externa.

Así, a Bachar el Assad no le quedó otra que recibir a Kofi Annan; al canciller ruso, Serguéi Lavrov, afirmar que colaborará con él; y a la Liga Árabe prestarle su apoyo.

Todos tuvieron que aceptar un acuerdo de mínimos para frenar la matanza, y ni Washington ni Tel Aviv pueden hacerse los desentendidos.

Aunque no sea una solución, la llegada de Bond, James Bond, será un respiro para los sirios.





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