jueves, 14 de junio de 2012

Donde dije digo, digo Diego (12 06 12)

Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 12 de junio de 2012





Donde dije digo, digo Diego



por Pedro I. de Quesada 









Mariano Rajoy es un guerrero paciente. Una paciencia que le permitió esperar, elección tras elección, hasta que el desgaste de sus adversarios le dejó expedito el acceso al poder. Sus colaboradores dicen de él que tiene “piel de rinoceronte”, que no se pliega ni en una arruga ante las adversidades.

Pero el presidente del gobierno español parece decidido a agregar una nueva cualidad a esa biografía combativa: el de sargento de la batalla de las palabras.

El Banco Central Europeo acaba de aprobar, en tiempo record, un multimillonario rescate a la banca española, de unos 100.000 millones de euros (que habrá que devolver, más los intereses), que restringirá el margen de acción de la política económica ibérica a mínimos, e impondrá el control de los inspectores merkelianos sobre las cuentas y sobre el déficit de Madrid.

Sin embargo, Rajoy se niega terminantemente a que alguien pronuncie la palabra “rescate”: si sus recetas no han logrado enderezar la realidad, está dispuesto a reconstruir esa realidad desde el discurso. Difícil ganarle a la voracidad de los mercados desde la manipulación de los términos: al día siguiente del anuncio de “una línea de financiamiento europeo a los bancos” (tal el eufemismo que el gobierno decidió utilizar, para que nadie mente al temido “rescate”), la prima de riesgo de España cruzó la línea de los 520 puntos.

Rajoy ha fracasado prácticamente en todas sus promesas en los cinco meses que lleva en la Zarzuela: dijo que no aumentaría el IVA, y lo aumentó; que no tocaría las jubilaciones, y hubo que tocarlas; que los bancos eran sólidos, y apenas unos días después de haber nacionalizado Bankia –la gran caja de Madrid y del Partido Popular- se anuncia el enorme chorro de euros para fortalecer el sistema financiero.

Cuando todo parece perdido, el hombre de la piel de rinoceronte, como aquellos aristotélicos convencidos de que el logos construye, ha decidido reconstruir la realidad desde sus palabras. Intenta trasmutar su peor momento político en una victoria: “hemos conseguido con nuestras reformas de austeridad que no sea el Reino de España el que necesite ser auxiliado por Europa”, o sea, no somos Grecia, ni Irlanda ni Portugal.

Pero donde dije digo, digo Diego: España no está tan lejos de sus colegas, y el millonario rescate muestra un triángulo vicioso: en una punta, vuelve a llenar de dudas el futuro inmediato; en otra, demuestra que la solvencia pública no alcanza para garantizar el sistema bancario y que depende del capital europeo, con los controles externos que ello traerá aparejado.

Y en la tercera punta, que el gobierno del PP, junto a sus socios conservadores del continente, ponen negro sobre blanco en cuanto a sus prioridades políticas: los que se rescatan son los bancos (y los banqueros), a los desocupados de a pie (una cuarta parte de los trabajadores y más de la mitad de los jóvenes), que los rescate Dios.





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