Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 24 de julio de 2012
Es el Apocalipsis, estúpido
por Pedro I. de Quesada
Cuando los demócratas norteamericanos se lanzaron a arrebatarle la presidencia a George Bush, el padre, la tenían complicada. Bill Clinton, con su sonrisa y su saxo, cautivaba; pero para 1992 los republicanos habían acumulado una cantidad ingente de capital político. El reciente fin de la Guerra Fría –que se vendía en Washington como el “triunfo del mundo libre sobre el comunismo”-, y la victoria en la Guerra del Golfo (la primera), habían dejado a Bush, el padre, con un 90 por ciento de aceptación ciudadana.
Entonces, James Carville, el jefe de campaña de Clinton, propuso enfocar toda la estrategia demócrata en la vida cotidiana: “Es la economía, estúpido” (the economy, stupid) fue una idea suelta, pero dio en el clavo. Todos escucharon el mensaje, y Clinton le cortó el camino a la reelección a Bush, el padre.
Desde hace un tiempo –que ya se va haciendo demasiado largo- las voces que advierten sobre la necesidad de enfocar las salidas de la crisis en Europa en las necesidades más inmediatas, en la cotidianeidad de los asalariados, de los jubilados, de las coberturas de obras sociales, de los alumnos de colegios primarios y secundarios, del sistema universitario, ya son legión.
La diferencia grande con la campaña de Bill Clinton de principios de los noventa es que aquí y ahora parece que nadie escucha. Miles en las calles, marchas negras de mineros asturianos, los abuelos, los profesores e investigadores científicos, todos gritan: paren, o será el Apocalipsis. Pero nadie escucha.
Resulta, en todo caso, un empecinamiento significativo, cuando todos los medios (ya casi sin distinción entre los conservadores y los progresistas) se hacen eco de esos gritos. Los mercados, esos ogros pardos, mantienen la presión sobre las deudas soberanas, desde que ha quedado claro que los euros, en concreto, no llegarán hasta avanzado el 2013.
El riesgo país español cruzó ayer una nueva barrera, la de los 600 puntos largos, y el coletazo se trasladó a Italia en cuestión de minutos. “Madrid y Milán bajo asedio”, tituló el Corriere della Sera, y La Repubblica detalló el pánico generalizado de la bolsa milanesa. El propio premier italiano, el profesor Mario Monti, firma en los diarios de ayer una nota de fondo donde sostiene que él sí se está fijando en la “economía real”, pero no lo escuchan.
The New York Times culpa al riesgo-país español de la inestabilidad de Wall Street. Para la BBC, como para todos los medios importantes, “España se encamina hacia un rescate en general”. Y el germano Der Speigel vuelve, después del breve paréntesis de las elecciones, a insistir en que Grecia debe salir de la eurozona.
El londinense The Guardian, por su parte, calcula que a este ritmo en esa zona de moneda común aumentará la desocupación en 4,5 millones de personas en 2016, hasta llegar a los 22 millones, si no hay inversiones en la economía real.
Todos a una: es el Apocalipsis, estúpido.
aul Krugman, en su blog de ayer, hasta pone la apostilla: “Me resulta más difícil que nunca imaginar que el euro sobreviva.” Pero qué hacer, si nadie escucha...
en Twitter: @nspecchia
Es el Apocalipsis, estúpido
por Pedro I. de Quesada
Cuando los demócratas norteamericanos se lanzaron a arrebatarle la presidencia a George Bush, el padre, la tenían complicada. Bill Clinton, con su sonrisa y su saxo, cautivaba; pero para 1992 los republicanos habían acumulado una cantidad ingente de capital político. El reciente fin de la Guerra Fría –que se vendía en Washington como el “triunfo del mundo libre sobre el comunismo”-, y la victoria en la Guerra del Golfo (la primera), habían dejado a Bush, el padre, con un 90 por ciento de aceptación ciudadana.
Entonces, James Carville, el jefe de campaña de Clinton, propuso enfocar toda la estrategia demócrata en la vida cotidiana: “Es la economía, estúpido” (the economy, stupid) fue una idea suelta, pero dio en el clavo. Todos escucharon el mensaje, y Clinton le cortó el camino a la reelección a Bush, el padre.
Desde hace un tiempo –que ya se va haciendo demasiado largo- las voces que advierten sobre la necesidad de enfocar las salidas de la crisis en Europa en las necesidades más inmediatas, en la cotidianeidad de los asalariados, de los jubilados, de las coberturas de obras sociales, de los alumnos de colegios primarios y secundarios, del sistema universitario, ya son legión.
La diferencia grande con la campaña de Bill Clinton de principios de los noventa es que aquí y ahora parece que nadie escucha. Miles en las calles, marchas negras de mineros asturianos, los abuelos, los profesores e investigadores científicos, todos gritan: paren, o será el Apocalipsis. Pero nadie escucha.
Resulta, en todo caso, un empecinamiento significativo, cuando todos los medios (ya casi sin distinción entre los conservadores y los progresistas) se hacen eco de esos gritos. Los mercados, esos ogros pardos, mantienen la presión sobre las deudas soberanas, desde que ha quedado claro que los euros, en concreto, no llegarán hasta avanzado el 2013.
El riesgo país español cruzó ayer una nueva barrera, la de los 600 puntos largos, y el coletazo se trasladó a Italia en cuestión de minutos. “Madrid y Milán bajo asedio”, tituló el Corriere della Sera, y La Repubblica detalló el pánico generalizado de la bolsa milanesa. El propio premier italiano, el profesor Mario Monti, firma en los diarios de ayer una nota de fondo donde sostiene que él sí se está fijando en la “economía real”, pero no lo escuchan.
The New York Times culpa al riesgo-país español de la inestabilidad de Wall Street. Para la BBC, como para todos los medios importantes, “España se encamina hacia un rescate en general”. Y el germano Der Speigel vuelve, después del breve paréntesis de las elecciones, a insistir en que Grecia debe salir de la eurozona.
El londinense The Guardian, por su parte, calcula que a este ritmo en esa zona de moneda común aumentará la desocupación en 4,5 millones de personas en 2016, hasta llegar a los 22 millones, si no hay inversiones en la economía real.
Todos a una: es el Apocalipsis, estúpido.
aul Krugman, en su blog de ayer, hasta pone la apostilla: “Me resulta más difícil que nunca imaginar que el euro sobreviva.” Pero qué hacer, si nadie escucha...
en Twitter: @nspecchia