viernes, 20 de julio de 2012

Uribe quiere volver (20 07 12)

HOY - Periscopio - viernes 20 de julio de 2012




Uribe quiere volver

por Nelson Gustavo Specchia





El ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, constituyó en su momento el crisol de la derecha política en el gran país andino. Sus dos presidencias consecutivas (2002-2010) se presentaron como el tramo final de una historia convulsa, que se remonta a los días fundacionales del Estado.

Los parámetros de esa bandera de llegada planteada por Uribe pasaban por: (1) la consolidación de un fuerte partido conservador asociado a su figura personal (de hecho, las denominaciones clásicas de las agrupaciones partidarias colombianas devinieron en el oficialismo del "Partido de la U", por la inicial del apellido del presidente); (2) una estrategia interna de exterminio al adversario político-militar de la izquierda -hecho realidad principalmente con el acoso y derribo de los últimos retazos de las guerrillas de las FARC; (3) la alianza privilegiada con el estamento militar colombiano; (4) el planteamiento de la dicotomía regional contra el grupo del ALBA, en general, y especialmente contra la figura del presidente venezolano Hugo Chávez; y, por último, (5) una vinculación táctica global con los Estados Unidos de Norteamérica como principal punto de la política exterior (cuyo mayor símbolo fue el plan de concesión de bases militares colombianas para el asentamiento de marines estadounidenses en territorio latinoamericano).
Este plan de Álvaro Uribe tenía, en sus abarcativos cinco parámetros, algunas condiciones de continuidad.

Desde que la máxima instancia judicial de Colombia le cerró las puertas a una nueva postulación presidencial, el principal requerimiento del plan fue un hombre de confianza, un candidato a la primera magistratura que siguiera de cerca el guión planteado por el "uribismo". Juan Manuel Santos llenó desde el primer momento todos los casilleros de esa lista de condiciones. Integrante de una saga familiar firmemente anclada en la derecha política; con formación jurídica y económica de ortodoxia liberal; de una fortuna personal que lo ubica en un lugar destacado de la crema social bogotana; y con vínculos fluidos con los mandos castrenses después de haber conducido el ministerio de Defensa en la presidencia de Uribe, éste encontró en Santos el delfín ideal. Y así su candidatura fue presentada como el reaseguro de que el "Partido de la U" seguiría en el gobierno (con la sombra del personalismo detrás del trono), y de que el libreto de las dos presidencias de don Álvaro no se movería en una coma ni en una iota.

EL NOVICIO REBELDE

Y Juan Manuel Santos no opuso resistencias a ese discurso del grupo uribista sobre su candidatura. Pero apenas asumió la presidencia colombiana, de un modo suave y con subterfugios delicados (en el entorno cercano lo conocen por el sobrenombre de "el gato") comenzó a mostrar que venía con libreto propio. Y que éste, si bien no sacaba los pies del plato de la lógica conservadora, tenía más de un elemento de diferenciación con los modos y los objetivos de su antecesor y mentor. 

De esas distancias, las hay algunas profundas, aunque no siempre sean las que hacen más ruido. Y de estas últimas, ya se sabe que en política internacional los símbolos cuentan tanto o más que las decisiones de fondo. Que Santos se haya reunido con Chávez bajo los auspicios del retrato gigante de Simón Bolívar, y sin corbata y en mangas de camisa le haya dado un abrazo, declarándose "su mejor amigo" y asegurado que comenzaba "un nuevo tiempo" en el relacionamiento bilateral entre ambos, fue una carpeta que viajó de inmediato a todas las cancillerías. Detrás del estrépito de la foto, además, Santos efectivamente ha comenzado una nueva modalidad de diálogo con los venezolanos, que pasa más por la complementariedad comercial (cuando Uribe cerró el comercio con Caracas el cimbronazo llegó a todos los intercambios de bienes en América latina) que por la diatriba discursiva permanente. 

En segundo lugar, la estrategia de Bogotá hacia las menguadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC también se ha movido sutilmente del "acoso y derribo" uribista. El combate militar sigue, pero Santos también ha abierto la vía de la posibilidad del diálogo.  Ello ha afectado la relación con los altos mandos militares, a quienes les quita la primacía en la estrategia de solución del problema de la guerrilla. Los generales se lo han hecho saber, por la vía natural que tienen: mostrándole los dientes y las armas. Y, por último, si bien la alianza con Washington se mantiene al máximo nivel, la postura de Santos no es la de pleitesía. Nuevamente aquí los símbolos: que ante el veto norteamericano a la presencia de Cuba en la Cumbre de las Américas de este año, en Cartagena, el anfitrión se haya tomado el trabajo de subirse a un avión y volar hasta La Habana para darle a los hermanos Castro explicaciones personales del caso, fue otra carpeta que se leyó atentamente en las cancillerías latinoamericanas.

Y por si quedara alguna duda, en noviembre del año pasado el presidente liquidó por decreto el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), la oficina de inteligencia interna que había sido la gran herramienta de control del gobierno de Álvaro Uribe. Aquellos espías que pinchaban teléfonos de propios y extraños, y que habían llegado a ser la mano derecha del ex presidente. Cuando anunció la desaparición de esa instancia, Santos quiso despejar cualquier duda: hablo de "liquidación" de una metodología,  "el caso del DAS no es de una transformación, no es una reforma; el caso del DAS es una liquidación: se suprime el DAS" enfatizó, y todos entendieron que sus palabras tenían un destinatario muy concreto.

INDISCRETO PAJARITO AZUL

Por todo ello, y ante el relativo éxito que El Gato Santos cosecha con sus modos sutiles, Álvaro Uribe ha llegado a la conclusión de que su delfín le salió rana, y se siente traicionado. Como los máximos tribunales mantienen la jurisprudencia que le niega un retorno personal a la presidencia, Uribe ha decidido convocar a la derecha dura para fundar un nuevo espacio político (que en un eufemismo que no descarta una dosis de humorada ha llamado "Puro Centro Democrático"), y desde allí hacer oposición al ejecutivo de Santos ahora, y retornar a la presidencia -quizás por interpósita persona- en las elecciones que están a la vuelta de la esquina, en 2014. 

Y aggiornado a los tiempos, Álvaro Uribe ha instalado su personal guerra con José Manuel Santos en un terreno nuevo: el de las redes sociales. Los mayores ataques contra el presidente no los lanza aún desde una tribuna, pero las entradas diarias de su cuenta de Twitter son imperdibles, y dibujan, en conjunto, un escenario de conflicto que por sus características no dejará de impactar a la región latinoamericana. 
La red del pajarito azul se ha convertido en la gran trinchera entre los dos referentes de la derecha política, que por estos días oficializa su quiebre por la mitad con el rompimiento del "Partido de la U" y el surgir de la nueva agrupación. Rayando la cancha de esa división, Uribe no se priva de calificativos: en sus twitts, Chávez no baja de "asesino", y otros viejos adversarios, como el premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, un "patrocinador de terroristas". Para su sucesor, los términos no son más suaves: "Santos: derroche, legalización drogas, burocratismo, inseguridad, laxitud con albergues terroristas, lo contrario a plataforma que lo eligió". Como para que no quedaran dudas de las diferencias que los alejan. Y su cuenta en la red del pajarito, @AlvaroUribeVel, tiene más de un millón de seguidores.

Uribe quiere volver. Reitera que su plan -ese que él llama "cruzada contra el terrorismo"- sigue siendo, junto a la seguridad urbana, la prioridad de los electores, y que en un contexto de administraciones izquierdizantes en el resto de América latina, Colombia está llamada a convertirse en el socio privilegiado de la potencia norteamericana. Y Bogotá en la puerta de la región en su salida hacia el Pacífico, junto con Chile, Perú y Panamá; un conjunto de países que disienten de los rumbos adoptados por el ALBA chavista, por Argentina o por Brasil. Además, tras la victoria de Enrique Peña Nieto y el retorno del PRI a México, puede suponerse como segura su futura adhesión a una alianza regional como la que Uribe tiene en mente.
El quiebre de la derecha colombiana ha sido una sorpresa, y puede dibujar diferentes escenarios en el mediano plazo. En ambos aspectos, Álvaro Uribe se ha anotado un tanto en esta primera batalla.






Twitter:   @nspecchia




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