lunes, 17 de septiembre de 2012

Los muyahidines meten más presión (11 09 12)

Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 11 de septiembre 2012 

Los muyahidines meten más presión

por Pedro I. de Quesada






Era cuestión de tiempo. Los atentados de estos meses venían preparando el terreno, y la violencia entre las comunidades chiitas y sunnitas en Irak alcanzó un nuevo record en la lógica de responder a cada provocación con un golpe más fuerte.

Como aquellos ingenieros que en la novela de Julio Verne disputaban entre sí, y el que fabricaba defensas las hacía cada vez más fuertes y más altas, sólo para que el que fabricaba bombas las hiciera más potentes y letales, la elite chiíta que quedó a cargo del gobierno de Irak (con el beneplácito del ejército norteamericano tras la invasión, la guerra y la ocupación) aumenta tras cada atentado la represión a la minoría sunnita.

Y ésta apela a los cuadros de los muyahidines insertos en las células de Al Qaeda para responder con una nueva vuelta de rosca.

El resultado de esta carrera es desolador en lo inmediato, preocupante para cualquier fórmula que quiera enfrentar el tema a nivel regional, y presenta como inviables las posibilidades de institucionalización de un régimen que incluya a las dos comunidades en la misma estructura política en el largo plazo.

Tras reivindicar la autoría de la ola de atentados de los últimos días, en los que murieron cerca de un centenar de personas, uno de los mayores grupos de muyahidines vinculado a Al Qaeda proclamó, mediante comunicados difundidos en las páginas web del mundo musulmán, el Estado Islámico de Irak.

Los guerrilleros sostienen que tanto los ataques como el intento de instaurar una nueva entidad político-religiosa es contestación a las torturas sufridas por los presos sunnitas en las cárceles del gobierno, y “en venganza por la pérdida de vidas a manos de los infieles chiitas”.

Lejos de amagar con un intento de pacificación, sin embargo, desde Bagdad se optó por construir un cañón más grande: un tribunal –y ni se considera la alternativa de que el poder judicial iraquí pueda llegar a ser medianamente independiente del gobierno- ha condenado a muerte en la horca al Vicepresidente del país, el sunnita Tariq al Hashimi, por supuestos cargos de terrorismo.

Desde que se rompió la entente que sostuvo durante algunos días la experiencia estadounidense de un gobierno integrado por representantes de ambas comunidades, Al Hashimi está prófugo y refugiado en Estambul, donde –de momento- goza de la protección del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan.

Y es que los guerrilleros sunnitas se ven fortalecidos en su presión hacia Bagdad por el éxito relativo de la táctica de sus parientes afganos: los talibanes han ratificado esta semana que no tienen la menor intención de iniciar conversaciones de paz con las autoridades de Kabul para ninguna negociación, y que mantendrán la presión de las armas hasta que el último soldado norteamericano haya dejado Afganistán.

Todos atrapados entre el muro y el cañón.





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