Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 23 de octubre 2012
Los conocidos de siempre
por Pedro I. de Quesada
El domingo, gallegos y vascos fueron a las urnas. A pesar del carácter provincial de las elecciones, su importancia trasciende los límites regionales. Impactan sobre el gobierno de Madrid, donde Mariano Rajoy camina por el filo de la navaja de la quiebra económica, los ajustes, el despido de empleados públicos y la esperanza de que Ángela Merkel concurra en auxilio de la piel de toro mediterránea.
En segundo término, porque estas elecciones potenciarán las aspiraciones secesionistas de otras regiones (como Cataluña). Y porque son comunidades con una amplia presencia en Argentina: lo que pase en La Coruña y en Bilbao se terminará sintiendo también en Buenos Aires.
Y lo que pasó el domingo es que en ambos comicios se reafirmó al partido históricamente mayoritario en cada comunidad: Galicia le dio más espacio al que tenía (y que ya era mucho) la derecha del Partido Popular, hoy detrás de la figura de Alberto Núñez Feijóo.
Ninguna novedad, los gallegos siempre han votado por los Populares: desde la transición democrática la figura tutelar de Manuel Fraga Iribarne aherrojó a Galicia a la derecha. Cuando los socialistas gallegos lograron hacerse con la presidencia de la Xunta (en 1986 y en 2005), lo hicieron forzando alianzas contra natura.
El socialismo de Pachi Vázquez –siguiendo la tendencia del resto del PSOE peninsular- ha tocado el mínimo histórico en estas elecciones gallegas, y Núñez Feijóo queda posicionado como un futuro sucesor posible del mismo Rajoy.
Debe agregarse un dato más: en Galicia la participación disminuye año a año, y aumentan los votos nulos y blancos (del 2,5% en 2009, ahora llegaron al 5,25%), lo que habilita una crisis de representatividad en un plazo breve.
En Euskadi, por su parte, el tradicionalismo moderado, representado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), ha sido la tendencia natural para las mayorías en períodos democráticos. El gobierno del “lehendakari” Patxi López, que ahora termina, también fue una alianza contra natura, entre los socialistas y el Partido Popular.
La sorpresa (para nada inesperada) de estas elecciones en tierras vascongadas ha sido la irrupción de Euskal Herria–Bildu (EH-B), el nacionalismo de izquierdas relacionado con ETA.
La inclusión de los colectivos afines a ETA al sistema electoral ha significado un descenso de las abstenciones, en el sentido contrario a los gallegos: de un 9,8% de abstención registrado en 2009, ahora se redujo a sólo un 2,1%, agregando representatividad y legitimidad a todo el sistema.
Los conocidos de siempre, cada uno por su carril, reivindicarán mayor autonomía de Madrid, que en el caso de los vascos puede inclusive acercarse a nuevas aspiraciones secesionistas, ya no desde el terror guerrillero de los encapuchados de ETA, sino desde el pleno legítimo y democrático de la cámara autonómica.
Twitter: @nspecchia
Los conocidos de siempre
por Pedro I. de Quesada
El domingo, gallegos y vascos fueron a las urnas. A pesar del carácter provincial de las elecciones, su importancia trasciende los límites regionales. Impactan sobre el gobierno de Madrid, donde Mariano Rajoy camina por el filo de la navaja de la quiebra económica, los ajustes, el despido de empleados públicos y la esperanza de que Ángela Merkel concurra en auxilio de la piel de toro mediterránea.
En segundo término, porque estas elecciones potenciarán las aspiraciones secesionistas de otras regiones (como Cataluña). Y porque son comunidades con una amplia presencia en Argentina: lo que pase en La Coruña y en Bilbao se terminará sintiendo también en Buenos Aires.
Y lo que pasó el domingo es que en ambos comicios se reafirmó al partido históricamente mayoritario en cada comunidad: Galicia le dio más espacio al que tenía (y que ya era mucho) la derecha del Partido Popular, hoy detrás de la figura de Alberto Núñez Feijóo.
Ninguna novedad, los gallegos siempre han votado por los Populares: desde la transición democrática la figura tutelar de Manuel Fraga Iribarne aherrojó a Galicia a la derecha. Cuando los socialistas gallegos lograron hacerse con la presidencia de la Xunta (en 1986 y en 2005), lo hicieron forzando alianzas contra natura.
El socialismo de Pachi Vázquez –siguiendo la tendencia del resto del PSOE peninsular- ha tocado el mínimo histórico en estas elecciones gallegas, y Núñez Feijóo queda posicionado como un futuro sucesor posible del mismo Rajoy.
Debe agregarse un dato más: en Galicia la participación disminuye año a año, y aumentan los votos nulos y blancos (del 2,5% en 2009, ahora llegaron al 5,25%), lo que habilita una crisis de representatividad en un plazo breve.
En Euskadi, por su parte, el tradicionalismo moderado, representado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), ha sido la tendencia natural para las mayorías en períodos democráticos. El gobierno del “lehendakari” Patxi López, que ahora termina, también fue una alianza contra natura, entre los socialistas y el Partido Popular.
La sorpresa (para nada inesperada) de estas elecciones en tierras vascongadas ha sido la irrupción de Euskal Herria–Bildu (EH-B), el nacionalismo de izquierdas relacionado con ETA.
La inclusión de los colectivos afines a ETA al sistema electoral ha significado un descenso de las abstenciones, en el sentido contrario a los gallegos: de un 9,8% de abstención registrado en 2009, ahora se redujo a sólo un 2,1%, agregando representatividad y legitimidad a todo el sistema.
Los conocidos de siempre, cada uno por su carril, reivindicarán mayor autonomía de Madrid, que en el caso de los vascos puede inclusive acercarse a nuevas aspiraciones secesionistas, ya no desde el terror guerrillero de los encapuchados de ETA, sino desde el pleno legítimo y democrático de la cámara autonómica.
Twitter: @nspecchia