miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Tú también, Mursi, hijo mío...? (04 12 12)


Columna “En foco” - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 4 de diciembre 2012  

¿Tú también, Mursi, hijo mío...?

por Pedro I. de Quesada 







Cuando los complotados hundían los puñales de la traición en el cuerpo de Julio Cesar, el rostro del dictador romano mostraba el dolor físico, pero mucho más el estupor de la sorpresa, que Shakespeare convirtió en leyenda cuando tocó el turno del puñal de Marco Junio Bruto: et tu quoque Brute fili mi, dice el vate inglés que dijo Suetonio que dijo Julio Cesar.

Ha quedado como la expresión de las sorpresas desagradables, como esta que Mohammed Mursi, el esperanzador presidente egipcio ha brindado en estos días.

Después de la caída del “rais” Hosni Mubarak, de las largas jornadas de movilización popular de plaza Tahrir y del complejo entramado eleccionario, todas las esperanzas se depositaron en que el gobierno democrático, que entronizó en el poder a la rama política de los Hermanos Musulmanes, constituiría un avance republicano, de derechos políticos y libertades individuales.

Mursi lo había prometido. Llamó a todos a confiar en que la Hermandad no utilizaría su mayoría parlamentaria para avanzar con una agenda religiosa. Y una parte importante de colectivos sociales no islamistas confiaron en ese mensaje, y consideraron que tras años de proscripción y persecuciones, los Hermanos Musulmanes debían tener la oportunidad de ensayar su proyecto político desde el gobierno de El Cairo.

Sin embargo, Mohammed Mursi, que asumió en junio, está reproduciendo en diciembre otros Idus de Marzo: la autopromoción, por decretazo, hacia poderes discrecionales primero, y el proyecto de reforma constitucional luego, son vividos por los sectores laicos y republicanos como una traición al espíritu de Tahrir.

La Asamblea Constituyente, controlada por los Hermanos Musulmanes (los 21 representantes cristianos y liberales abandonaron la sala cuando vieron cómo venía la mano), comenzó a votar el jueves los 234 artículos de la Constitución, en una maratónica sesión que se prolongó hasta la mañana del viernes.

El resultado fue unánime, claro.

El proyecto constitucional –que vuelve a Mursi para su proclamación- incorpora la “sharia”, la ley religiosa islámica, como base (Art. 2: “La sharia es la principal fuente de la ley”); la condición de la mujer se mantiene en su postergación histórica, así como las libertades públicas: se prohibirían hasta los “insultos” (dejando a los jueces qué cosa interpreten por ello, con el alto impacto en el cercenamiento de la libertad de expresión que acarrearía).

Y confirmando que el islamismo y los militares llegaron a un acuerdo secreto antes de las elecciones, los derechos excepcionales (y el presupuesto separado) de la casta castrense se mantienen. Mohammed al Baradei, el científico que quiso ser presidente, ha dicho que la guerra civil está cada día más cerca.

Y las multitudes de Tahrir, como Julio Cesar, van del dolor al estupor.





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