lunes, 25 de febrero de 2013

Italia: el fracaso de la antipolítica (26 02 13)


En foco - El Mundo - página 2 - Hoy Día Córdoba – martes 26 de febrero de 2013 


Italia: el fracaso de la antipolítica


por Pedro Indiana de Quesada







Domingo y lunes. Dos días se dieron los italianos para acudir a los comicios parlamentarios que deberían darle un nuevo Ejecutivo, después de la caída en picada de “Il Cavaliere” Silvio Berlusconi y su salida del escenario entre bambalinas (antes de que los jueces lo encarcelaran por alguno de los múltiples juicios que tiene abiertos, incluyendo alguno por prostitución de menores); luego de que el presidente Giorgio Napolitano –una de las pocas figuras que todavía mantiene un cierto respeto en la ciudadanía- forzara el fin del berlusconismo; y luego del “gobierno técnico” del profesor Mario Monti, el gris tecnócrata llegado de Bruselas para aplicar las recetas de ajuste de su amiga, frau Ángela Merkel. 

Dos días se dieron los italianos, y no resolvieron nada. 

A última hora del lunes, cuando escribo esta columna, apenas se tiene un esbozo de los porcentajes obtenidos, pero nadie se atreve a asegurar que de ellos saldrá un gobierno viable. 

Los datos sobresalientes: 

1) va a votar cada vez menos gente; 

2) la izquierda no ha logrado capitalizar el descalabro del berlusconismo planteando una alternativa creíble; 

3) el show mediático de la política sigue manteniendo a la derecha con un caudal importante de votos; y, por sobre todo, 

4) los experimentos “antipolíticos” (tanto los exultantes y populares, como el del payaso Beppo Grillo, como los seriotes e intelectualoides como el del profesor Monti) no han logrado desplazar al sistema republicano y a los partidos ideológicos, por muy aguda que sea la crisis que aquél y éstos atraviesen. 

Y por eso mismo pienso que los (pocos) italianos que fueron a votar durante estos dos días decidieron no elegir porque no tenían qué elegir. 

Además, las elecciones se ven desplazada por las urgencias cortoplacistas de la crisis: más de la mitad de los italianos peninsulares (el 53,5 por ciento) dice no poder sostener a su familia; 8 millones (de 60) ya entraron en la categoría de pobres (un porcentaje sólo superado en Europa por la debacle griega); casi el 40 por ciento de los jóvenes está desocupado –y no tiene ninguna esperanza de conseguir un trabajo en el futuro-. 

Tres cuartas partes de la ciudadanía afirma haber perdido poder adquisitivo en el último año, y nadie cree en la política ni en las instituciones: el 82 por ciento desconfía del gobierno de Roma, y el 90 por ciento cree que el Parlamento es de una rampante inutilidad para nadie. 

Además, las cinco esquinas están cada vez más cerradas: la iglesia tiene un papa en retirada, y las cuatro grandes familias en que se divide la mafia (la Cosa Nostra, en Sicilia; la Camorra, en la Campania; la ’Ndrangheta, en Calabria; y la Sacra Corona Unita, en la Apulia) ya controlan una quinta parte del Producto Bruto italiano. 

Entonces, ¿para qué votar?






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